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Weleda investigará su implicación en experimentos nazis

12 de septiembre de 2025
Weleda investigará su implicación en experimentos nazis

Una firma europea destacada en el sector de los cosméticos se compromete a escudriñar su pasado durante la era nazi, tras la difusión de evidencias que la vinculan con experimentos humanos atroces en un campo de concentración. Weleda, originaria de Alemania y fundada en 1921 bajo la tutela de una entidad suiza, promovió una crema protectora contra el frío para los soldados del Reich. Sin embargo, tales afirmaciones se validaron mediante pruebas letales que expusieron la crueldad inherente al régimen.

Los médicos nazis, junto a colaboradores cercanos a Weleda, aplicaron la crema en alrededor de 300 prisioneros de Dachau, donde los sumergieron en agua helada durante extensos periodos. Esta práctica, que buscaba confirmar la efectividad del producto, provocó la muerte de entre 80 y 90 víctimas, un capítulo más en la larga lista de abusos médicos perpetrados por los nazis contra inocentes durante el Holocausto. La revelación subraya cómo empresas cotidianas se entrelazaron con horrores sistemáticos.

La historiadora alemana Anne Sudrow desentrañó estos episodios en un volumen reciente, editado bajo el amparo del monumento de Dachau y dado a conocer el lunes pasado. Der Spiegel anticipó sus hallazgos la semana anterior, lo que impulsó una oleada de escrutinio público. Sudrow demostró que Weleda mantenía lazos profundos con las SS y explotaba mano de obra esclava en el campamento para cultivar hierbas a precios irrisorios, un beneficio directo de la opresión.

El doctor de las SS, Sigmund Rascher, dirigió las pruebas en humanos para corroborar la hipótesis de Weleda sobre la crema anticongelante, que prometía evitar amputaciones en el frente. Dos exempleados de la firma supervisaron los ensayos y remitieron informes detallados a su directiva, según las indagaciones de Sudrow. Estos lazos facilitaron el acceso a recursos baratos y también integraron a la compañía en la maquinaria de experimentación inhumana del Tercer Reich.

Frente a estas acusaciones, Weleda, con sede actual en Arlesheim, Suiza, anuncia un repaso exhaustivo de su trayectoria nazi mediante un análisis externo e imparcial. Un informe interno del año anterior omitió cualquier mención a su rol en las pruebas, lo que ahora motiva esta iniciativa. La directora ejecutiva, Tina Müller, destacó en un comunicado que la nueva pesquisa, con una duración prevista de dos años, busca iluminar aspectos ignorados previamente.

La empresa, arraigada en el antroposofismo de Rudolf Steiner —un movimiento cuasi-religioso vetado por los nazis pese a ciertas afinidades ideológicas—, surgió en Schwäbisch Gmünd para fabricar remedios homeopáticos y cosméticos. Hoy, como gigante de productos naturales, extiende sus operaciones a 50 naciones y registró ventas superiores a 450 millones de euros el año pasado. Su crema para pañales goza de devoción en Estados Unidos, aunque el escándalo empaña su imagen global.

Recientemente, Weleda eliminó de su sitio web una sección que narraba sus actividades entre 1933 y 1945, periodo del dominio nazi en Alemania. Una captura de agosto, preservada en Internet Archive, sostenía que la firma sufrió persecución y que, aunque algunos excolaboradores adherían al nazismo, ella evitó cualquier implicación en usos bélicos de sus bienes. Un historiador consultado afirmaba allí que Weleda rechazó las políticas despóticas del régimen.

Además, la página destacaba contribuciones de Weleda a la Fundación EVZ, lanzada en 2000 para fomentar educación y memoria sobre el nazismo alemán. En ese contexto, sus líderes declararon que la compañía jamás recurrió a mano de obra forzada, pero asumía la culpa colectiva de los alemanes por las injusticias contra esclavos durante la Segunda Guerra Mundial. Esta postura, ahora cuestionada.

Otras corporaciones alemanas prominentes, desde entidades bancarias hasta productoras automovilísticas, han impulsado indagaciones sobre sus prácticas bélicas, divulgando resultados y financiando reparaciones para exesclavos junto a programas didácticos. En 2019, por instancia, la familia Reimann —heredera de un emporio que lucraba con trabajo forzado nazi— creó la Fundación Alfred Landecker para combatir el antisemitismo, promover estudios holocaustométricos y fortalecer principios democráticos. Tales esfuerzos marcan un patrón de accountability tardía en la posguerra.

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