El acuerdo nuclear abría la puerta de par en par a Irán para llevar a cabo una subversión expansionista sin precedentes en muchos países de la región.
Todo el mundo recuerda la cumbre de Camp David, en la que el ex presidente estadounidense Barack Obama recibió a los líderes del CCG en mayo de 2015, después de que se alcanzara un acuerdo final sobre la firma del Plan de Acción Integral Conjunto entre el grupo P5+1 y el régimen iraní. Un mes antes de la firma oficial del acuerdo, Barack Obama había prometido que Estados Unidos utilizaría la fuerza para apoyar a sus aliados del Golfo.
También prometió aumentar el apoyo militar a estos países. Sin embargo, los Estados del Golfo tenían buenas razones para estar preocupados. Les preocupaba que el acuerdo fortaleciera la posición de los ayatolás, reforzando su influencia desestabilizadora en Oriente Medio.
El acuerdo nuclear abría la puerta de par en par a los ayatolás para llevar a cabo una subversión expansionista sin precedentes en muchos países de la región. Todo el mundo vio cómo los ayatolás persiguieron su expansión militar directa o indirectamente a través de armar a las milicias sectarias en Yemen, Siria, Irak y Líbano y a través de sus intervenciones en los asuntos internos de otros países. Todo el mundo recuerda también que no se cumplió ninguna de las promesas del presidente Obama en la cumbre.
Estados Unidos no ha ayudado a los países del CCG a desarrollar un sistema de defensa antimisiles a gran escala, como había prometido. No ha ayudado a desarrollar las capacidades militares del Golfo para hacer frente a las amenazas. Y no ha trabajado junto a los aliados del Golfo para contrarrestar los intentos de Irán de desestabilizar la región.
Estos resultados coinciden en gran medida con las valoraciones de los países de la región, la mayoría de los cuales redujeron su representación en la cumbre de Camp David para expresar su enfado y consternación por el desprecio de la administración Obama a las opiniones de los aliados del Golfo. Sorprendentemente, el acuerdo nuclear que Obama calificó de “verificable” no lo era.
La incertidumbre sobre el destino del programa nuclear iraní no ha hecho más que aumentar. El acuerdo solo retrasó la ambición nuclear de los ayatolás a 10 años en lugar de dos meses.
El descontento de los países del CCG con la anterior administración de Obama no se limita a las disposiciones del defectuoso acuerdo nuclear. Se trata también de la propia filosofía del acuerdo.
En su opinión, Obama ignoró deliberadamente los requisitos de la asociación estratégica entre Estados Unidos y el CCG e hizo la vista gorda ante las intervenciones y las políticas agresivas de los ayatolás iraníes en la región para terminar su mandato de dos años con un acuerdo nuclear, aunque defectuoso, que perjudica más los intereses de Estados Unidos que los de sus aliados.
La expansión de Irán en Siria, Irak y Yemen era evidente en ese momento. Sin embargo, se ignoró deliberadamente, para evitar que el abordaje de esas cuestiones arruinara el acuerdo nuclear.
Además, el propio Obama tenía una visión muy limitada de la naturaleza de la asociación con los países del CCG. Describió a estos países como los mayores “free riders”, como señaló entonces la revista Atlantic en un informe. Trató de introducir el régimen de los ayatolás en la ecuación de seguridad regional, desafiando abiertamente la visión de los países del CCG sobre la amenaza iraní. El uso de la fuerza militar estadounidense para apoyar a los aliados del Golfo contra Irán no redunda en el interés de Estados Unidos, argumentó.
Las cuatro visitas de Obama a la región del Golfo durante sus dos mandatos no han logrado disipar las dudas de los socios. Los países de la región llegaron a pensar que el interés estratégico de Estados Unidos en el Golfo había disminuido.
A la luz de estas transformaciones llegaron las reacciones de los Estados del CCG, que buscaron la autosuficiencia para proteger su seguridad y sus ganancias. La coalición árabe entró en escena, contrarrestando la peligrosa expansión de Irán en Yemen para envolver a los países del CCG desde el sur.
Aunque la retirada del ex presidente Trump del acuerdo nuclear con Irán ha devuelto aparentemente las cosas a su sitio, las implicaciones de la expansión estratégica regional de Irán en los tres años transcurridos desde la firma del acuerdo se han convertido en un hecho consumado.
No es ningún secreto que la nueva realidad geoestratégica configurada por estas intervenciones iraníes ha reforzado la posición de los ayatolás no solo frente a Estados Unidos, sino también frente a su aliado Israel. La Guardia Revolucionaria iraní se ha estacionado en Siria, cerca de las fronteras de Israel, lista para lanzar ataques con misiles. Los ayatolás se han colocado en una buena posición para utilizar la estrategia del “brazo largo” y la guerra por delegación, su herramienta definitiva para extender el caos y el malestar regionales.
Hoy en día, la administración del presidente Biden está recreando la misma atmósfera, a pesar de los diferentes parámetros, y a pesar de una posición negociadora de Estados Unidos más débil que en 2015, especialmente después de no haber capitalizado las duras sanciones de Trump contra Irán, en lugar de intentar tanto volver al acuerdo nuclear.
Debido a la prisa no calculada de la administración Biden por negociar, los ayatolás se han encontrado en una posición más fuerte. El equipo del presidente Biden aún no ha conseguido que los países del CCG participen en ninguna negociación sobre el acuerdo nuclear. Por ahora, la realidad es que los ayatolás tienen el brazo largo y han impuesto sus condiciones. Ni siquiera aceptaron mantener un diálogo directo o sentarse directamente con los representantes estadounidenses en las negociaciones de Viena.
Así que parece que la historia se repite. El gobierno de Biden se limita a poner al día a sus socios del Golfo y a Israel sobre la marcha de estas negociaciones, o a “ponerlos en antecedentes”, como lo calificó Washington. No hay nada nuevo bajo el sol.
Salem AlKetbi es un analista político afincado en los EAU y antiguo candidato al Consejo Nacional Federal.