Algunos miembros del Parlamento del Reino Unido se despertaron sorprendidos el pasado 24 de junio, cuando vieron que no podían acceder de manera remota a sus cuentas de correo electrónico. Muchos otros ya habían sido advertidos la noche anterior de que eso iba a ocurrir. También les dijeron la causa: un ciberataque.
Un total de 90 cuentas fueron vulneradas. En un primer momento, las sospechas de los investigadores apuntaban hacia Rusia y Corea del Norte. Sin embargo, fue necesario esperar casi cuatro meses para tener indicios consistentes.
Un informe de inteligencia que aún no fue difundido oficialmente acusa al régimen de Teherán por el ciberataque, según información a la que accedió The Times. De todos modos, al ser consultado por la prensa británica, un vocero del Centro Nacional de Ciberseguridad se limitó a decir que «sería inapropiado hacer comentarios sobre una investigación en curso».
La revelación surge en un momento incómodo. Reino Unido, una de las seis potencias firmantes del acuerdo sellado en 2015 para contener el programa nuclear iraní, presionó al gobierno de Donald Trump para que no diera de baja el pacto. El mandatario estadounidense mantuvo ayer una postura ambigua y delegó la responsabilidad en el Congreso.
«Ambas cámaras del Parlamento descubrieron intentos no autorizados para acceder a cuentas de usuarios. Estamos investigando y tomamos medidas de seguridad para proteger la red interna con la ayuda de Centro Nacional de Ciberseguridad«, había dicho un portavoz de la Cámara de los Comunes el 24 de junio, tras difundirse lo ocurrido.
En los días previos, se habían acumulado varias denuncias de integrantes del Poder Legislativo, que reportaron haber sido víctimas de distintos intentos de hackeo. En ese momento, no había una dimensión exacta del alcance del ataque, ni de los posibles autores.
No fue un ataque aislado. Durante toda la semana se habían registrado intentos similares en distintas prisiones del país, y también en otras instituciones públicas de menor importancia.