TEHERÁN (AFP) – Mientras el mundo espera con impaciencia la vuelta de Irán a las negociaciones nucleares, el nuevo presidente radical Ebrahim Raisi ha vuelto la vista hacia el interior, haciendo campaña para conseguir apoyo en las provincias.
Elegido en una votación marcada por una baja participación récord, el ex jefe del poder judicial se ha alejado de la escena internacional mientras trabaja para ganarse los corazones y las mentes de su pueblo.
Desde que asumió el cargo en agosto, ha realizado siete viajes nacionales, en lo que los medios de comunicación estatales han calificado como una campaña de acercamiento a la gente común.
En una visita a la provincia sureña de Bushehr la semana pasada, Raisi declaró que había venido a “conocer los problemas de la gente local”.
“En las provincias queremos encontrar soluciones para crear puestos de trabajo, reanudar la producción y resolver los problemas, especialmente los de los más desfavorecidos”, dijo.
Al parecer, no se ha dejado intimidar por la creciente presión sobre la reanudación de las conversaciones nucleares en Viena, y ha delegado esta cuestión en su ministro de Asuntos Exteriores.
Las conversaciones indirectas se habían iniciado en abril para restablecer un acuerdo nuclear de 2015 que ofrecía a Teherán un alivio de las agobiantes sanciones a cambio de importantes restricciones a su programa nuclear, pero que fue abandonado por el expresidente estadounidense Donald Trump.
La elección de Raisi en junio dejó en suspenso esas conversaciones, y desde entonces ha aumentado la presión para que Irán vuelva a la mesa de negociaciones.
En el ínterin, Raisi ha cultivado su imagen de líder sobre el terreno, cercano a la gente, en contraste con su predecesor, Hassan Rouhani, que gozaba del favor de Occidente, pero que a veces se consideraba alejado de la población.
Raisi “viaja a las provincias porque quiere proyectar una imagen de alto funcionario pragmático que busca soluciones sobre el terreno”, dijo a la AFP el especialista en Irán Bernard Hourcade.
Sentir el calor de la gente
Si la televisión iraní pintó una imagen de Rouhani como un político que se reunía principalmente con sus aliados en Teherán, Raisi se muestra, por el contrario, dialogando con diferentes segmentos de la sociedad.
“Sabe que un acuerdo nuclear corre el riesgo de tardar mucho tiempo porque no hay unanimidad entre los responsables del tema en Irán”, dijo un diplomático occidental que pidió permanecer en el anonimato.
“Prefiere demostrar su valía en la política interna”.
La gira de Raisi le ha llevado desde la provincia occidental de Juzestán, donde las tensiones se han disparado debido a la escasez de agua, hasta la provincia de Sistán-Baluchistán, en el este, que lleva mucho tiempo sufriendo una infraestructura deficiente.
Sus esfuerzos internos cuentan con el respaldo del líder supremo, Alí Jamenei, quien, tras la toma de posesión de Raisi en agosto, le encargó que restaurara la “dañada” confianza del pueblo en el gobierno.
El aplastante balance de la pandemia del COVID-19 en el país, junto con las crecientes presiones económicas y las medidas políticas, contribuyeron a la apatía de los votantes.
“Su principal preocupación es apagar los incendios antes de que empiecen”, dijo Hourcade, del Centro Nacional de Investigación Científica de París.
“Y sabe que, en una situación económicamente endeble, los incendios comienzan con chispas locales que se propagan si no tenemos cuidado. Por eso debe estar muy atento y visitar esos lugares para conocer la temperatura”.
Cumplir las promesas
Jamenei ha elogiado los viajes de Raisi, declarando que “ser popular tiene obligaciones, entre ellas salir y escuchar al pueblo”.
Muchos medios de comunicación del Estado se han hecho eco de este sentimiento.
La agencia de noticias oficial IRNA publicó en su sitio web una encuesta que mostraba el “impacto positivo” de las giras de Raisi.
El diario conservador Kayhan también celebró el toque común de Raisi.
“Hoy vemos a un presidente que no necesita un vehículo blindado para entender la situación del país”, decía. “Va de provincia en provincia para familiarizarse con las realidades y los problemas del pueblo”.
Pero los elogios al nuevo líder no son unánimes.
Majid Nasserinejad, un diputado de Khuzestan, describió los viajes como mero “espectáculo”, señalando que “un viaje de un día no resolverá los problemas de la provincia”.
El periódico reformista Etemad sugirió igualmente que esas giras son lo mínimo, pero que por sí solas son “insuficientes para gobernar”.
“Además, la solución de los problemas no está en manos de una sola persona, ni siquiera del presidente”.
Muhammad Sahimi, analista de Irán en la Universidad del Sur de California, sugirió que el gobierno debe seguir con los resultados económicos.
“Puede que a la gente le guste lo que oye, pero si lo que se promete no se cumple, entonces se enfadará más adelante”, dijo.
“Si la economía no mejora pronto, la misma gente se volverá contra él”.