Diez guardias fronterizos iraníes murieron en un ataque ocurrido en el inestable sureste de Irán, según informes de medios estatales, citando al Ministerio del Interior, en el último enfrentamiento con presuntos terroristas musulmanes sunitas.
Las víctimas fueron emboscadas en una zona fronteriza que limita con Afganistán y Pakistán, un área que ha sido escenario de enfrentamientos prolongados entre las fuerzas de seguridad iraníes y terroristas sunitas, así como con narcotraficantes.
El ataque se produjo mientras los guardias patrullaban en el condado de Taftan, en la provincia de Sistán-Baluchistán. Las agencias de noticias Mehr y Tasnim informaron que los guardias murieron en un ataque a “vehículos policiales”, aunque no precisaron cómo se llevó a cabo el asalto.
Hasta el momento, ningún grupo ha reclamado la responsabilidad por el ataque, que tuvo lugar a unos 1.200 kilómetros (745 millas) al sureste de la capital, Teherán.
La agencia oficial de noticias IRNA, citando un comunicado de la policía, reportó la muerte de “10 personas en dos unidades de patrulla” en lo que describió como una emboscada.
Sistán-Baluchistán, una de las provincias más empobrecidas de la República Islámica, limita con Pakistán y Afganistán y es el hogar de una gran población de la minoría baluche, un grupo étnico que practica el Islam sunita, a diferencia de la población predominantemente chiíta del país.
La provincia ha sido testigo de enfrentamientos recurrentes entre las fuerzas de seguridad iraníes y rebeldes de la minoría baluchis, así como con grupos radicales sunitas y narcotraficantes.
El ataque de hoy se considera uno de los más mortales en la región en los últimos meses.