Mientras el presidente Joe Biden reflexiona sobre a quién nombrar como enviado de EE.UU. sobre Irán, parece que uno de los candidatos más probables es Robert Malley, antiguo director de Oriente Medio del Consejo de Seguridad Nacional del presidente Barack Obama.
Quien sea nombrado enviado se encargará de las negociaciones con Irán sobre el acuerdo nuclear. Si ha habido algún acontecimiento preocupante desde que Biden tomó posesión como presidente, la posibilidad de que Malley se convierta en el enviado de Estados Unidos a Irán los supera a todos.
Malley es una figura muy conocida en Israel. Es el presidente del izquierdista International Crisis Group y solía ser el Asesor para Palestina y Oriente Medio tanto del presidente Bill Clinton como del presidente Obama.
En 2000, tras las conversaciones de Camp David en las que participó, fue quien culpó al primer ministro Ehud Barak del fracaso de las negociaciones y exculpó al líder de la OLP, Yasser Arafat.
La percepción de Malley se formó entre la izquierda internacional, incluso en Israel. Durante los años posteriores a la muerte de Arafat, desarrolló estrechos vínculos con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas.
El acuerdo nuclear iraní no es precisamente su área de experiencia. La semana pasada estalló una tormenta en los establecimientos diplomáticos y entre los comentaristas de alto nivel sobre Malley. El estamento diplomático lo defendió, mientras que los opositores sostienen que el nombramiento de Malley socavará la credibilidad del Secretario de Estado Antony Blinken y debilitará la posición de Estados Unidos.
El pasado mes de diciembre, Malley creó una unión entre el International Crisis Group y el Middle East Project dirigido por el politólogo Daniel Levy, conocido por haber trabajado con Ehud Barak y el político Yossi Beilin. Según las opiniones que Levi y Malley expresaron sobre la cuestión palestina, son bastante cercanas a las de la ONG izquierdista B’Tselem.
El documento que el Crisis Group presentó el pasado diciembre revela el enfoque de Malley del que podemos concluir su diplomacia iraní -si es que existe-. En su opinión, la nueva administración debería, en primer lugar, borrar todas las iniciativas del presidente Trump implementadas en la región durante sus años en la Casa Blanca.
Considera un objetivo abordar las piedras angulares de la política palestina de la administración para crear un público israelí que comprenda las consecuencias de la ocupación constante. Su intención es, probablemente, dejar claro al público israelí que Estados Unidos ha pagado un precio por su dominio de Judea y Samaria.
Por otro lado, está llamando al pueblo y a los dirigentes palestinos a desafiar el statu quo por medios no violentos y de acuerdo con el derecho internacional. Lo principal es una inversión de las tendencias sobre el terreno, en las esferas política y jurídica, que, como él dice, destrozaron el panorama diplomático y no pueden garantizar a los palestinos los derechos humanos más básicos.
Considera que el problema está en Israel, y que la solución pasa por abordar este “problema”, incluyendo el cese de la “anexión” y la protección de los palestinos, incluso en Jerusalén Este y Gaza. Gaza sufre una emergencia humanitaria como consecuencia del “asedio”. El tema de la amenaza de los misiles para el frente civil interno decidió no abordarlo en absoluto.
Malley propone que Estados Unidos se abstenga de utilizar su poder de veto en la ONU, es decir, que presione a Israel no utilizando su veto. Este fue el último acorde de la administración Obama en diciembre de 2016. Aboga por colaborar con la Unión Europea y otros foros internacionales. También sugiere supervisar el uso que hace Israel de la ayuda y el equipamiento de seguridad de Estados Unidos.
En términos de Irán, todo esto significa que Robert Malley es un diplomático cuya intención de proteger la seguridad de Israel es, en el mejor de los casos, de boquilla. Lo que le guía son los valores de igualdad entre Israel y sus enemigos y la participación de la Unión Europea. Se opuso a los principios presentados por el ex secretario de Estado Mike Pompeo como condiciones para la eliminación de las sanciones a Irán.
Cualquiera que busque eliminar el legado de Trump en Oriente Medio, como la idea bien pensada de Robert Malley, llevará este bagaje también a la esfera iraní. Malley es el clásico ejemplo de un hombre con un enfoque ideológico muy pro-palestino, y para los demócratas, este enfoque también refleja el pro-iranismo, que lo cubre en el lenguaje institucional de una élite diplomática internacional.