Irán podría no limitar su respuesta contra Israel solo a bombardeos con misiles y drones, sino que también podría recurrir a ciberataques, los cuales tienen el potencial de ser devastadores en múltiples formas. El pasado miércoles, la cuenta en X, antes conocida como Twitter, de Iran International, informó sobre un grave ciberataque que afectó al Banco Central de Irán.
Según este medio, el ataque se saldó con el robo de datos de clientes y causó interrupciones en varias sucursales bancarias a lo largo del país. Además, se reportó que gran parte de la población iraní enfrentó dificultades para acceder a sus cuentas bancarias, siendo incapaces de retirar dinero de los cajeros automáticos.
Poco después de este anuncio, comenzaron a circular en internet imágenes de cajeros automáticos en Irán mostrando un mensaje que decía: “Estimados clientes, actualmente es imposible retirar dinero porque todo el presupuesto nacional de Irán se ha invertido en la guerra, apoyando al régimen corrupto de la República Islámica”.
Este informe sobre el ciberataque al banco iraní se difundió un día después de que Irán advirtiera que su respuesta al asesinato de Ismail Haniyeh incluiría ataques cibernéticos contra la infraestructura nacional de Israel.
A pesar de lo anterior, ha sido complicado encontrar más pruebas concretas sobre el ciberataque en Irán. Hasta el momento, ninguna organización ha reivindicado la responsabilidad por este ataque, y el régimen iraní ha emitido un comunicado negando que haya ocurrido un incidente de esta naturaleza.
Es probable que, a menos que surjan filtraciones en canales de Telegram o en la dark web, no se conozca con certeza si el ataque ocurrió. No obstante, el simple hecho de que se hable de un posible ciberataque parece inquietar a las autoridades iraníes, quienes han respondido negando categóricamente su existencia.
Este suceso deja varias lecciones importantes. Una de ellas es que la dimensión psicológica es crucial en cualquier ciberataque, especialmente en aquellos cuyas consecuencias son visibles, como la interrupción de servicios. La guerra psicológica desempeña un papel fundamental en las campañas militares, ya que los ciberataques pueden influir en la opinión pública, generar una sensación de caos y debilitar la seguridad nacional y personal.
Además, los ciberataques no solo impactan psicológicamente, sino que también tienen un peso significativo en la guerra en sí, independientemente de la intensidad con que se lleven a cabo. Estos ataques, dirigidos a infraestructuras nacionales críticas como los sistemas bancarios, energéticos, de agua, transporte o salud, pueden afectar gravemente la capacidad de un país para alcanzar sus objetivos militares y estatales.
Un ejemplo que se destaca en este contexto es el ciberataque ruso a la red eléctrica de Ucrania durante la primera invasión rusa al país. Este ataque dejó sin electricidad a un cuarto de millón de hogares, lo que facilitó la invasión terrestre rusa al sumir a Ucrania en el caos.
Por último, la población de Israel sigue preocupada por cómo y cuándo responderá Irán al asesinato de Haniyeh, un acto que Israel no ha admitido. La respuesta iraní podría manifestarse también en la forma de ciberataques dirigidos a la infraestructura nacional israelí, ataques que podrían ser tan dañinos como un ataque con misiles o drones.
Por lo tanto, es vital que el Estado de Israel, tanto en el ámbito público como privado, esté preparado y vigilante en todos los frentes cibernéticos ante la amenaza de ataques iraníes. La defensa del país no debe limitarse solo al espacio aéreo o las fronteras terrestres, sino también al ámbito virtual, que tiene un impacto crucial en la seguridad nacional y en la capacidad del Estado para sostener su economía y proteger a sus ciudadanos.