La presidencia de Jimmy Carter, muerto a los 100 años, dejó una marca profunda en Irán, donde es recordado como el responsable de sanciones económicas que siguen impactando al país desde la Revolución Islámica de 1979. La televisión estatal iraní lo presentó como el “arquitecto de las sanciones”, y en Teherán, sus acciones son vistas con desdén.
Hassan Taherifar, comerciante en un bazar cercano a la antigua embajada estadounidense conocida como la “Guarida de los Espías”, expresó su rechazo hacia Carter. “En vez de apoyar nuestra revolución, abrió un centro de espionaje en nuestro país”, comentó. Otros, como un hombre de unos 50 años que prefirió el anonimato, fueron más duros: “Se pudrirá en el infierno”.
Las tensiones entre ambos países se intensificaron tras la Revolución Islámica liderada por el Ayatolá Ruhollah Jomeini. En 1979, estudiantes revolucionarios tomaron como rehenes a 53 empleados de la embajada estadounidense, exigiendo la extradición del derrocado shah, quien recibía tratamiento médico en Estados Unidos. Este episodio marcó las relaciones bilaterales y contribuyó al fracaso de Carter en su reelección.
Durante la crisis, Carter autorizó una misión militar de rescate en 1980 que terminó en tragedia con la muerte de ocho militares. Este evento, junto con la toma de rehenes que duró 444 días, llevó a la ruptura oficial de relaciones entre Washington y Teherán, situación que se mantiene hasta hoy.
El día en que Ronald Reagan asumió la presidencia, los rehenes fueron liberados. Actualmente, la antigua embajada es un museo que recuerda ese capítulo de la historia, con un retrato de Carter aún colgado en la oficina del embajador. Alireza, un empresario de 60 años, opinó: “Carter no fue bueno con nosotros; su papel en este incidente afectó profundamente las relaciones entre Irán y Estados Unidos”.
Aunque Carter respaldó el acuerdo nuclear de 2015 que alivió temporalmente las sanciones, ese pacto colapsó cuando Donald Trump retiró a Estados Unidos en 2018 y reinstauró medidas punitivas. En una entrevista de 2014, Carter reflexionó sobre su presidencia y declaró que un ataque militar contra Irán durante la crisis de los rehenes podría haber asegurado su reelección, pero habría causado una gran pérdida de vidas, incluidos los rehenes.