La justicia iraní confirmó la ejecución de nueve miembros del grupo Estado Islámico, capturados tras un violento enfrentamiento en 2018. Según la agencia Mizan, dependiente del poder judicial, el tribunal supremo del país ratificó las sentencias de muerte.
En la región occidental de Irán, los milicianos se enfrentaron a la Guardia Revolucionaria, un cuerpo paramilitar. El choque dejó tres soldados y varios combatientes del grupo terrorista muertos. Tras rodear el refugio de los atacantes, las autoridades confiscaron un arsenal que incluía una ametralladora y 50 granadas.
La horca es el método empleado por Irán para las ejecuciones. Mahmood Amiry-Moghaddam, director de Iran Human Rights, señaló que en los últimos ocho meses el país ha ejecutado a una persona cada seis horas en promedio. Además, afirmó que las ejecuciones recientes ocurrieron sin garantizar juicios justos y que no hay información actualizada sobre otras siete personas supuestamente detenidas por el mismo caso.
El Estado Islámico, que en 2014 proclamó un califato en amplias zonas de Irak y Siria, perdió terreno ante las fuerzas lideradas por Estados Unidos. Aunque debilitado, el grupo ha perpetrado ataques significativos. En Afganistán, tras la caída del gobierno respaldado por Occidente en 2021, los analistas consideran que el grupo ha ganado fuerza.
En Irán, el Estado Islámico reivindicó un atentado en 2017 contra el Parlamento y el mausoleo del ayatolá Ruhollah Jomeini, que dejó 18 muertos y más de 50 heridos. También asumió la autoría de dos ataques suicidas en 2024 durante un homenaje a un general iraní asesinado en 2020 por un dron estadounidense, con un saldo de al menos 94 víctimas fatales.
El enfrentamiento de 2018 con la Guardia Revolucionaria aumentó las hostilidades entre Irán y el grupo. En respuesta a un ataque contra un desfile militar en el suroeste del país, donde terroristas disfrazados de soldados mataron a 25 personas, Irán lanzó misiles balísticos contra objetivos en el este de Siria. Ese atentado fue atribuido tanto al Estado Islámico como a separatistas locales.
La caída de Bashar Assad, aliado de Teherán, en 2024 debilitó la influencia iraní en Siria. Expertos advierten que el vacío de seguridad podría permitir al Estado Islámico reorganizarse, mientras los nuevos líderes sirios consolidan su autoridad y forman un ejército nacional.