El asesinato del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, a manos de Israel ha generado división y desconcierto entre los dirigentes iraníes, según revelaron cuatro funcionarios iraníes al The New York Times. Mientras el ayatolá Ali Jamenei, líder supremo de Irán, se encuentra indeciso sobre la respuesta a tomar, los conservadores abogan por una acción contundente contra Israel, mientras que los moderados sugieren la moderación, según el informe publicado el sábado.
Cuatro funcionarios iraníes, dos de los cuales son miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), hablaron bajo condición de anonimato, revelando que la noticia de la muerte de Nasrallah generó conmoción y ansiedad en Teherán. Varios altos funcionarios especularon en privado sobre un posible ataque israelí contra Irán, con Jamenei como posible objetivo.
A raíz de estos acontecimientos, y bajo fuertes medidas de seguridad, Jamenei fue trasladado a un lugar seguro el sábado, desde donde prometió vengar la muerte de Nasrallah. Aunque visiblemente afectado por la muerte de su cercano amigo, mantuvo la compostura. Tras recibir la noticia, convocó una reunión de emergencia con el Consejo Supremo de Seguridad Nacional en su residencia, donde se debatió la respuesta de Irán. Las posturas variaban, desde los sectores más agresivos, como el liderado por Saeed Jalili, que presionaban por atacar a Israel para disuadir futuros ataques, hasta aquellos que abogaban por evitar una escalada bélica.
El presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, se opuso firmemente a un ataque preventivo contra Israel, argumentando que sería caer en una trampa del Estado judío para provocar una guerra regional. Otros moderados compartían esta preocupación, alertando sobre los riesgos de que una ofensiva pudiera desencadenar respuestas dañinas contra la ya debilitada infraestructura iraní.
En sus declaraciones públicas, Jamenei elogió a Nasrallah y reafirmó su apoyo a Hezbolá, pero evitó hacer amenazas directas de atacar a Israel, sugiriendo que la respuesta al asesinato sería liderada por el propio Hezbolá, con respaldo de Irán. “Todas las fuerzas de la resistencia están del lado de Hezbolá”, afirmó Jamenei. “Será Hezbolá, al frente de las fuerzas de resistencia, quien determine el destino de la región”. Asimismo, prometió que “Líbano hará que el agresor y el malvado enemigo se arrepientan”.
Algunos analistas consultados por el The New York Times indicaron que la postura de Jamenei reflejaba indecisión sobre la mejor manera de proceder y una preferencia por evitar una guerra abierta. Otros funcionarios de alto rango señalaron que las milicias respaldadas por Irán serían las encargadas de contraatacar a Israel, descartando un ataque directo de la República Islámica.
El presidente del Parlamento iraní, Mohammad Baqer Qalibaf, indicó que los denominados “grupos de resistencia” seguirán enfrentándose a Israel con el apoyo de Irán, según medios estatales iraníes. Por su parte, Mohammad Ali Abtahi, exvicepresidente de Irán, afirmó al Times que el asesinato de Nasrallah representaba “un golpe increíblemente duro y, siendo realistas, no tenemos un camino claro para recuperarnos de esta pérdida”. Además, agregó: “No vamos a ir a la guerra, eso está fuera de discusión, pero Irán tampoco cambiará de postura en su apoyo a los grupos terroristas de la región ni en su intento de reducir las tensiones con Occidente”.
Dos funcionarios del CGRI, incluido un estratega presente en reuniones para debatir la respuesta iraní al asesinato de Nasrallah, revelaron que la principal preocupación de Irán era ayudar a Hezbolá a recuperarse de los duros golpes que Israel había asestado a su liderazgo e infraestructura. Para ello, sería necesario nombrar un nuevo líder, reorganizar la estructura de mando e implementar una nueva red de comunicaciones, antes de que Hezbolá pueda planear su represalia.
Irán enviará a un alto miembro de las Fuerzas de élite Quds a Beirut, a través de Siria, para asesorar a Hezbolá en su respuesta a la situación actual, según confirmaron los dos miembros de la Guardia Revolucionaria.
Durante la Asamblea general de las Naciones Unidas de la semana pasada, Pezeshkian manifestó a periodistas que Irán estaría dispuesto a “deponer las armas si Israel deponía las suyas”, e hizo un llamado a la intervención de una fuerza internacional para establecer la paz en Oriente Medio. Esta declaración fue criticada por los conservadores, quienes acusaron al presidente de mostrar debilidad, lo que habría alentado a Israel a asesinar a Nasrallah. Ahora, estos sectores instan a enviar unidades de combate iraníes al Líbano para apoyar a Hezbolá en caso de que la guerra escale a una guerra total.
El sábado por la mañana, las Fuerzas de Defensa de Israel confirmaron la muerte de Hassan Nasrallah junto a otros altos comandantes de Hezbolá durante un ataque al búnker del líder en Beirut. Los combates entre Israel y Hezbolá han escalado en las últimas semanas, después de 11 meses de conflicto fronterizo.
Desde el 8 de octubre de 2023, un día después de la incursión de Hamás en el sur de Israel, donde murieron 1.200 personas y 251 fueron secuestradas, Hezbolá ha intensificado sus ataques a comunidades y puestos militares israelíes a lo largo de la frontera, en solidaridad con el grupo terrorista palestino, que también cuenta con el patrocinio de Irán.