PARÍS – Irán ha ejecutado a un hombre kurdo por rebelión armada, a pesar de la presión internacional para que se le perdone la vida, dijeron el lunes activistas, tras un juicio supuestamente injusto con confesiones forzadas.
Heidar Ghorbani fue ejecutado el domingo por la mañana en la prisión de Sanandaj, en la provincia occidental iraní del Kurdistán, dijo la organización Derechos Humanos de Irán (IHR), con sede en Oslo, y añadió que ni su familia ni su abogado habían sido avisados previamente.
Los expertos en derechos humanos de la ONU habían instado en septiembre a Irán a revocar su condena a muerte por la “grave preocupación” de que no hubiera tenido un juicio justo y hubiera sido torturado durante la detención preventiva.
Amnistía Internacional también había pedido que se le perdonara la vida, afirmando que se habían producido “numerosas violaciones” en su juicio, que, según dijo, era “manifiestamente injusto”.
Los grupos de campaña afirman que Ghorbani fue declarado culpable y condenado a muerte en 2020 en relación con el asesinato en 2016 de tres hombres vinculados a la milicia progubernamental Basij. Estaba encarcelado desde octubre de 2016.
Fue condenado por proporcionar transporte y apoyo logístico para los asesinatos. Pero el veredicto del tribunal reconoció que nunca había estado armado.
Vídeos publicados en las redes sociales mostraban a multitudes reunidas el domingo para una ceremonia en su memoria en su ciudad natal de Kamyaran, en el oeste de Irán, coreando “los mártires no mueren”.
“Heidar Ghorbani fue sometido a tortura y condenado a muerte sin el debido proceso y sin ninguna prueba en su contra”, ha declarado el director de Derechos Humanos de Irán, Mahmood Amiry-Moghaddam.
“La pena de muerte de Heidar es ilegal incluso según las propias leyes de la República Islámica”.
El grupo afirmó que su caso seguía siendo examinado por el Tribunal Supremo y que sus familiares no habían sido advertidos con antelación de la ejecución y se limitaron a señalar su tumba después de que se llevara a cabo, dijo.
Amnistía Internacional también había planteado anteriormente su preocupación por la aparición de Ghorbani tras su detención en un supuesto documental emitido en 2017 por el canal estatal iraní en inglés Press-TV sobre los asesinatos.
Los activistas se han quejado en repetidas ocasiones de la práctica continuada de los medios de comunicación estatales iraníes de emitir “confesiones” de convictos bajo la apariencia de entrevistas, temiendo que se hayan obtenido mediante tortura.
También temen que se esté ejecutando a un número desproporcionadamente elevado de miembros de las minorías étnicas no persas de Irán, especialmente kurdos y árabes en el oeste y baluches en el este, que pertenecen en su mayoría a la corriente suní del Islam, en lugar del chiismo dominante en el país.