Mientras que 280 israelíes, casi 100.000 estadounidenses y 342.000 personas en todo el mundo han sucumbido al mortal coronavirus, se informa de que la República Islámica de Irán está aprovechando la pandemia para aumentar sus violaciones de los derechos humanos.
Según el Human Rights Monitor de Irán, si bien la comunidad internacional está preocupada por el costo humanitario y económico de la pandemia, la República Islámica de Irán “ejecutó a 32 personas, incluidos delincuentes juveniles, miembros de minorías étnicas y convictos relacionados con las drogas”. Muchas de las personas ejecutadas habían participado en protestas por las condiciones de las cárceles, en particular a la luz de la pandemia por el COVID-19, y el hecho de que el régimen no les permitiera salir temporalmente para detener la propagación masiva de la enfermedad en las cárceles”.
Entre los ejecutados se encontraba el preso político kurdo iraní Mostafa Salimi, que fue uno de los 80 presos que escaparon de la prisión de Saqqes en Kurdistán después de una protesta masiva en la prisión.
En una entrevista, el activista iraní de derechos humanos Ahwaz Manel Msani coincidió en que el régimen de los mulás está reprimiendo cada vez más a los disidentes en medio de la pandemia: “Lo que sucedió el Martes Negro, 31 de marzo de 2020 es un crimen de guerra en el pleno sentido de la palabra y un crimen de lesa humanidad por la matanza de los manifestantes en las cárceles de Shiban y Speedar, que estaban superpobladas por el régimen”. Los francotiradores de la prisión dispararon directamente a las cabezas de los prisioneros inocentes, matando al menos a 30 prisioneros, además de provocar el estallido de incendios en grandes partes de las prisiones”.
Alrededor del mismo período, mientras el mundo está preocupado por la pandemia, los vándalos atacaron la Tumba de la Reina Ester y su tío Mardoqueo, que es un lugar sagrado judío en la República Islámica de Irán.
Según el Times, aunque solo se produjeron daños menores en el lugar sagrado, se encontraron graffitis que representaban al comandante de la Guardia Revolucionaria iraní asesinado, Qassem Soleimani, con las palabras “venganza brutal” y otra representación del jefe de Hezbolá, Hassan Nasrallah, con la inscripción “Promesa cumplida”.
A medida que la pandemia debilita a Irán, la República Islámica se vuelve aún más agresiva hacia el Estado judío. Recientemente, Irán ha llevado a cabo ciberataques a sitios web israelíes y a la instalación de agua israelí.
Arutz Sheva informó que el parlamento iraní ha aprobado una ley según la cual, cualquier iraní que hable con un israelí recibirá cinco años de prisión. Y ahora, Mendi Safadi, que dirige el Centro Safadi de Diplomacia Internacional, Investigación, Relaciones Públicas y Derechos Humanos, señaló que la República Islámica, las milicias iraníes y Hezbolá han participado cada vez más en el tráfico de drogas, tanto para debilitar a la sociedad israelí como para financiar sus actividades terroristas contra Israel.
En vista de estos acontecimientos, los Estados Unidos impusieron correctamente sanciones adicionales al régimen iraní y la campaña de “máxima presión” de Trump debería mantenerse.
Dar lecciones sobre las sanciones en esta coyuntura crítica, como quieren algunos demócratas, sería un error histórico.