Irán ordenó el martes la liberación temporal de más de 54.000 presos, que representan alrededor del 20 por ciento de su población carcelaria, para frenar la propagación del coronavirus en sus cárceles notoriamente superpobladas e insalubres.
Entre los detenidos liberados se encuentran algunos de los presos políticos del régimen, entre los que posiblemente se encuentre la doble ciudadana británica e iraní Nazanin Zaghari-Ratcliffe, que al parecer contrajo el virus durante su estancia en la horripilante cárcel iraní de Evin.
Según el poder judicial iraní, solo serían puestos en libertad los reclusos que dieran negativo para el coronavirus y que hubieran sido condenados a menos de cinco años de prisión. Zaghari-Ratcliffe, una trabajadora de la caridad empleada por la Fundación Thomson Reuters, fue detenida en abril de 2016 y “acusada”, de la manera habitual y secreta iraní, de liderar una “red hostil vinculada al extranjero” que intentaba derrocar al gobierno. En septiembre de 2016 fue condenada a cinco años de prisión por vagas acusaciones de “seguridad nacional”.
La familia de Zaghari-Ratcliffe dijo esta semana que ella está mostrando síntomas del coronavirus, mientras que el gobierno iraní insiste en que dio negativo.
El martes, el embajador iraní en el Reino Unido, Hamid Baeidinejad, citó a un portavoz del poder judicial iraní afirmando que la mujer encarcelada “está en buenas condiciones de salud y no ha sido afectada por el coronavirus” e insinuó que se le podría “conceder un permiso hoy o mañana para reunirse con su familia”.
Sin embargo, Baeidinejad calificó posteriormente sus comentarios en Twitter y dijo que se había limitado a ofrecer una “interpretación” de las declaraciones del poder judicial, sin prometer la liberación de Zaghari-Ratcliffe, mientras que los medios de comunicación iraníes informaron de que otra mujer que había sido mantenida en la misma celda de la prisión y que se quejaba de una enfermedad sería despedida en su lugar.
El marido de Nazanin, Richard Ratcliffe, dijo que ella le había dicho por teléfono que presentaba síntomas del coronavirus pero que no se había hecho las pruebas.
“No estoy bien. Me siento muy mal, de hecho. … Al principio, tenía secreción nasal y tos. Ahora tengo este continuo sudor frío. Tengo fiebre, aunque no todo el tiempo. Los últimos días he estado temblando todas las noches”, dijo en una declaración transmitida por su familia.
No se sabía si Robert Levinson y Siamak Namazi, ambos presos estadounidenses que se cree que están detenidos en Irán por acusaciones de espionaje, estarían incluidos. El abogado de Namazi, Jared Genser, ha alegado que el detenido está en “grave riesgo” de contraer el virus después de que se confirmara un caso en su pabellón de la cárcel, señaló Fox News el martes.
Irán, escenario del brote de coronavirus más mortífero desde su aparición en la provincia china de Hubei, no ha facilitado datos concretos sobre la propagación de la enfermedad a través de sus cárceles. Las prisiones de Irán, siempre superpobladas e insalubres, están actualmente abarrotadas de personas que fueron arrestadas por protestar contra el régimen a finales del año pasado. La prisión de Evin, descrita por los supervivientes como una mazmorra infernal en la que la tortura física y psicológica es habitual, tiene unas condiciones sanitarias excepcionalmente malas.