El ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, afirmó que su país bloqueará el acceso del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) a las instalaciones nucleares alcanzadas durante la guerra de 12 días con Israel si no media un “acuerdo concreto”.
Difundió estas declaraciones el jueves 20 de noviembre en su canal de Telegram. La posición se conoció horas antes de que la Junta de Gobernadores del OIEA aprobara una resolución que exige a Teherán aclarar sin demora la situación de su uranio enriquecido y permitir el acceso a los sitios bombardeados. Durante la guerra, a mediados de junio, Estados Unidos se incorporó de forma limitada a la campaña israelí con ataques contra complejos nucleares clave. Después de los bombardeos, Irán restringió la cooperación con el OIEA.
Araghchi condicionó cualquier acceso a un entendimiento con la agencia y “otros” actores, sin detallar requisitos. En intervenciones previas, sostuvo que el enriquecimiento de uranio constituye un derecho no negociable y descartó conversaciones sobre el programa de misiles, postura que otros altos cargos repitieron.
Los ataques se concentraron en tres complejos declarados y bajo salvaguardias del OIEA antes de la guerra: Natanz, Fordo y el centro nuclear de Isfahán. Natanz, en la provincia de Isfahán, alberga la Planta de Enriquecimiento de Combustible (FEP), de gran capacidad, y la Planta Piloto (PFEP), donde Irán enriquecía hasta el 60% de pureza. Fordo, excavada en una montaña cerca de Qom, producía también uranio al 60% en cascadas avanzadas.

El complejo de Isfahán integra la Planta de Conversión de Uranio (UCF) y otras instalaciones de investigación y fabricación de combustible. El OIEA clasificó y supervisó estos emplazamientos como parte del acuerdo de salvaguardias integral y, mientras estuvo vigente, del Protocolo Adicional del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC).
Según evaluaciones de la agencia y reportes de prensa, Israel atacó Natanz el 13 de junio. En los días siguientes, Estados Unidos atacó Fordo y volvió a golpear el complejo de Isfahán con municiones perforantes de gran potencia. La agencia indicó inicialmente que no observó incrementos de radiación fuera de los sitios. Con respecto al complejo de Khondab (antiguo Arak), señaló que recibió impactos en un periodo sin material nuclear y fuera de operación. El 22 de junio, Washington confirmó el empleo de bombarderos furtivos y armamento diseñado para romper roca sobre el macizo que cubre el emplazamiento de Fordo.
Antes de los ataques, el OIEA constató una expansión del programa. Hasta el 13 de junio, Irán acumuló 440,9 kilogramos de uranio enriquecido hasta el 60% y aumentó su parque de centrifugadoras avanzadas, con énfasis en las IR-6 en Fordo y en la ampliación de cascadas en Natanz. Informes técnicos independientes, con base en documentos del OIEA, describían decenas de cascadas IR-1, IR-2m e IR-4 en operación en Natanz a fines de mayo.
Después de la campaña aérea, una evaluación preliminar de inteligencia de Estados Unidos indicó que los ataques retrasaron la capacidad nuclear de Irán “solo unos meses”. El director general del OIEA, Rafael Grossi, advirtió ante los Estados miembros y el Consejo de Seguridad que los ataques armados contra instalaciones nucleares no deben producirse por los riesgos para la seguridad y la protección radiológica, y subrayó que la verificación de las existencias de material enriquecido en Irán permanece vencida desde hace tiempo.

La escalada que culminó en la campaña comenzó el 13 de junio con ataques israelíes contra objetivos en Irán, entre ellos instalaciones vinculadas a su programa nuclear y estructuras militares. Teherán respondió con salvas de misiles. El 22 de junio, Estados Unidos bombardeó Fordo, Natanz e Isfahán y alegó defensa colectiva de Israel. El 24 de junio se anunció un alto el fuego de carácter frágil. En el balance humano, autoridades iraníes elevaron a 935 los muertos tras los 12 días de enfrentamientos. El OIEA y gobiernos de la región no detectaron incrementos de radiación fuera de los complejos afectados.
En el frente diplomático, la Junta de Gobernadores del OIEA aprobó el 20 de noviembre una resolución que insta a Irán a informar sin demora sobre el estado de sus existencias de uranio y a permitir el acceso a los lugares bombardeados. En su sesión de junio, el órgano ya había declarado a Irán en incumplimiento de obligaciones de salvaguardias. El director general expresó su disposición a viajar a Teherán para acordar modalidades de verificación.
La posición oficial iraní atribuye al OIEA parcialidad por la ausencia de una condena explícita de los ataques. El presidente de la Organización de Energía Atómica de Irán, Mohammad Eslami, afirmó que esa ausencia dañó la credibilidad del organismo. En paralelo, el Parlamento iraní tramitó un proyecto para suspender la cooperación con la agencia, incluida la instalación y el funcionamiento de cámaras, hasta recibir “garantías de seguridad” para los sitios.
Las declaraciones del liderazgo iraní confirmaron una postura inflexible. El líder supremo, Alí Jamenei, sostuvo el 26 de junio que los bombardeos de Estados Unidos “no lograron nada” y acusó a Washington de incorporarse a la guerra para “salvar” a Israel. Araghchi y otras autoridades reiteraron que Irán no renunciará al enriquecimiento y que el programa de misiles y otras capacidades de defensa quedan fuera de cualquier negociación.

La posición de Israel y de Estados Unidos se definió en términos de autodefensa y contención. El gobierno israelí defendió los ataques como medida para impedir que Irán alcanzara una capacidad nuclear militar, y su primer ministro describió el resultado tras el alto el fuego como una “victoria histórica”. Washington, en comunicación formal al Consejo de Seguridad, invocó el derecho de legítima defensa colectiva y sostuvo que sus bombardeos degradaron la capacidad iraní para fabricar un arma nuclear.
En el ámbito multilateral, el OIEA y especialistas en derecho internacional recordaron precedentes y normas aplicables a instalaciones nucleares de carácter civil. Grossi reiteró ante el Consejo que las instalaciones nucleares no constituyen objetivos militares, en línea con resoluciones previas de la comunidad internacional que condenaron ataques contra sitios bajo salvaguardias.
Los antecedentes de cooperación y ruptura entre Irán y el OIEA desde 2015 muestran ciclos de apertura y restricción. En junio de 2022, Irán retiró 27 cámaras de vigilancia instaladas bajo el PAIC y apagó sistemas de monitorización en tiempo real. En marzo de 2023, prometió reinstalar parte del equipo y ampliar la cooperación técnica. En noviembre de 2024, la Junta aprobó una resolución de presión y, en 2025, endureció su lenguaje tras la guerra. El organismo insiste desde 2023 en la pérdida de continuidad de conocimiento sobre equipos y existencias sensibles.
El deterioro progresivo del acuerdo nuclear de 2015 constituye el contexto de la crisis actual. Estados Unidos abandonó el PAIC en 2018. A partir de ese momento, Irán superó límites de enriquecimiento y de inventarios y restringió verificaciones. En abril y mayo de 2025, Irán y Estados Unidos reanudaron contactos indirectos en Omán y otras capitales con mediación regional. Las partes expusieron líneas rojas incompatibles: Washington planteó la ausencia de enriquecimiento en territorio iraní, mientras que Teherán sostuvo la continuidad de esa actividad.
A finales de agosto, Reino Unido, Francia y Alemania activaron en el Consejo de Seguridad el mecanismo de reactivación automática de sanciones de la resolución 2231 por incumplimientos significativos del PAIC. El proceso de 30 días concluyó a finales de septiembre con la reimposición de sanciones de la ONU, con embargo de armas, prohibiciones vinculadas al enriquecimiento y restricciones sobre actividades relacionadas con misiles, además de vetos de viaje y congelación de activos para personas y entidades designadas. La Unión Europea confirmó medidas complementarias acordes con el nuevo marco.

En paralelo, los países del Golfo expresaron preocupación por la escalada y por el impacto regional. Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí pidieron contención y advirtieron sobre el riesgo de nuevos ataques. Qatar confirmó explosiones sobre su territorio después de un lanzamiento de misiles iraní contra la base estadounidense de Al Udeid, sin víctimas.
En el plano humanitario, el balance oficial iraní actualizado al 30 de junio cifró en 935 los muertos en Irán por la campaña aérea israelí. Los riesgos de contaminación se consideraron limitados en las fases del ciclo del combustible atacadas y no se detectaron incrementos de radiación fuera de los sitios impactados, según el OIEA y autoridades de la región.
El OIEA mantiene la solicitud de acceso a las instalaciones bombardeadas y de información detallada sobre el destino del material enriquecido registrado antes de la guerra. La resolución aprobada por la Junta de Gobernadores el 20 de noviembre reclama que esas verificaciones se realicen sin demora.
