Irán se convertirá la semana que viene en el primer país fuera de Cuba en empezar a producir a escala industrial una de las vacunas contra el Covid-19 de fabricación propia de la isla comunista, según informaron el miércoles los medios estatales cubanos.
Los aliados están sometidos a severas sanciones de Estados Unidos que, según ellos, han obstaculizado durante mucho tiempo el acceso a los medicamentos e insumos médicos, lo que les ha motivado a ser autosuficientes. Ambos han producido una serie de vacunas experimentales Covid-19, algunas con nombres patrióticos como la cubana Soberana 2.
Los datos preliminares cubanos de los ensayos clínicos de última fase sugieren que Soberana 2 y su otra vacuna más avanzada contra el Covid-19, Abdala, se encuentran entre las más eficientes del mundo, con una eficacia superior al 90%, aunque los críticos dicen que seguirán siendo escépticos hasta que se publiquen las cifras en revistas internacionales revisadas por expertos.
El Instituto Pasteur de Irán acordó a principios de este año colaborar con el Instituto Finlay de Cuba, que desarrolló Soberana 2, para llevar a cabo la tercera fase de los ensayos clínicos de la vacuna en la república islámica, lo que llevó a su aprobación para el uso de emergencia a principios de julio.
Irán y Cuba producirán millones de dosis de Soberana 2 en el país de Oriente Medio bajo el nombre de PastuCovac, dijo el jefe del Instituto Finlay, Vicente Vérez Bencomo, durante una visita a Teherán esta semana, según informaron los medios estatales cubanos el miércoles.
“Normalmente se necesitan 15 años para desarrollar una vacuna desde cero hasta la fase de industrialización, pero nosotros hicimos todos los pasos en un año”, fue citado diciendo, “y la evidencia es que funciona muy bien”.
El sector biotecnológico cubano tiene una larga trayectoria en el desarrollo de vacunas, ya que produce el 80% de las que se utilizan en el país insular caribeño y exporta algunas de ellas.
México, Vietnam, Argentina y Jamaica son algunos de los países que han expresado su interés en producir o comprar sus vacunas contra el Covid-19.
Esto podría suponer un impulso económico y diplomático para el país, que se ha enfrentado recientemente a críticas por su represión de protestas sin precedentes, así como al apoyo a su demanda de que Washington levante su embargo comercial.
La Cuba comunista y la República Islámica de Irán, que figuran entre los 20 países del mundo con mayor número de casos de Covid-19 per cápita, culpan a las sanciones estadounidenses de obstaculizar su respuesta a la pandemia, incluido el desarrollo de vacunas.
Las sanciones eximen teóricamente a los productos médicos, pero en la práctica suelen disuadir a las empresas farmacéuticas extranjeras de comerciar con ellos y a los bancos de procesar transacciones con ellos.
El mes pasado, Washington publicó unas directrices que facilitan la entrega de productos para combatir la pandemia a algunos países fuertemente sancionados, entre ellos Irán, aunque no a Cuba.