El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, fue trasladado el sábado a un lugar seguro dentro del país con medidas de seguridad reforzadas, según informaron dos funcionarios regionales a Reuters. Esta decisión se tomó luego del ataque aéreo israelí en Beirut que acabó con la vida del líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, el viernes.
Fuentes cercanas confirmaron que Irán se mantiene en contacto constante con Hezbolá y otros grupos de la región para decidir el siguiente paso tras la muerte de Nasrallah. Jamenei calificó el ataque como una “masacre” y condenó la “ferocidad del perro rabioso sionista”, refiriéndose a Israel. Aunque el número exacto de muertos aún es incierto, se espera que sea significativo, ya que el ataque destruyó seis edificios que albergaban la sede de Hezbolá.
Además de Nasrallah, un destacado general de la Guardia Revolucionaria iraní también murió en el ataque del viernes, según anunció el gobierno iraní. Jamenei instó a los musulmanes a “apoyar al pueblo del Líbano y a Hezbolá con todos los medios posibles” para enfrentar a Israel, y destacó que el futuro de la región será “determinado por las fuerzas de la resistencia, con Hezbolá a la vanguardia”. Aunque no mencionó directamente a Nasrallah, Jamenei subrayó que “los criminales sionistas no pueden dañar la sólida estructura de Hezbolá en el Líbano”.
En las últimas semanas, Israel ha eliminado a gran parte de los líderes principales de Hezbolá mediante ataques selectivos, lo que genera dudas sobre el futuro del grupo y el sucesor de Nasrallah. Jamenei prometió que “el Líbano hará que el agresor y el enemigo malvado se arrepientan”.
Por su parte, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, Nasser Kanani, afirmó que el legado de Nasrallah seguirá vivo y que su objetivo, la “liberación de Quds (Jerusalén)”, se logrará. Además, Jamenei responsabilizó a Estados Unidos de la escalada en el Líbano, que comenzó tras las explosiones de bíperes y radios distribuidos por Hezbolá, de las cuales Israel no se atribuyó la responsabilidad.
Desde el 8 de octubre, Hezbolá ha atacado diariamente comunidades y puestos militares israelíes a lo largo de la frontera, afirmando hacerlo en apoyo a Gaza, en medio de la guerra en la Franja. Hasta el momento, los enfrentamientos han dejado 26 civiles israelíes muertos, además de 22 soldados y reservistas de las FDI. También se han registrado ataques desde Siria, aunque sin heridos.
Hezbolá ha confirmado la muerte de 513 de sus miembros durante los enfrentamientos, principalmente en el Líbano, aunque algunos han muerto en Siria. También han muerto 88 miembros de otros grupos, un soldado libanés y decenas de civiles.
Desde que Israel intensificó sus ataques contra Hezbolá el lunes pasado, se han registrado más de 630 muertos en el Líbano, de los cuales, al menos una cuarta parte son mujeres y niños, según el Ministerio de Salud libanés. Además, más de 2.000 personas resultaron heridas, e Israel asegura que entre los muertos hay numerosos agentes de Hezbolá.