En su duodécimo día, las concentraciones que comenzaron en la provincia iraní de Juzestán, rica en petróleo pero subdesarrollada, atrajeron una creciente solidaridad de todo el país.
Se han hecho virales los vídeos de las manifestaciones en Teherán, Karaj, Kermanshah, Isfahan y Bushehr, donde los manifestantes han coreado eslóganes contra el líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, y han pedido el fin del régimen islámico. Los vídeos de la ciudad de Kermanshah también mostraban tensos enfrentamientos entre los dos bandos, con repetidos tiroteos de fondo.
En la mayoría de las concentraciones, los manifestantes también coreaban “No a Gaza, no al Líbano, sacrifico mi alma por Irán”, un lema que ha resurgido en casi todas las protestas antigubernamentales en Irán desde los disturbios postelectorales de 2009. Ha servido para criticar duramente las políticas regionales de la República Islámica, que han costado vidas a los iraníes, y el apoyo de Teherán a grupos terroristas en Oriente Medio.
Según un recuento de Amnistía Internacional, al menos ocho personas han muerto en las recientes manifestaciones que comenzaron con la ira por la mala gestión de los recursos hídricos en Juzestán. Sin embargo, el desempleo galopante de la región, la pobreza extrema y la represión política del Estado contra la población de etnia árabe también han contribuido a avivar la creciente indignación.
Altos cargos iraníes, incluidos el líder supremo y el presidente Hassan Rouhani, han dado un reconocimiento limitado a las protestas en Juzestán. El último, el presidente del Parlamento, Mohammad Bagher Ghalibaf, dijo que había “deficiencias y mala gestión” para las que “no tengo justificación”.
Aparte de las detenciones masivas en el lugar de las concentraciones, han circulado informes sobre redadas nocturnas en las que se acorrala a los activistas locales, se les mete en vehículos de seguridad y se les lleva a lugares desconocidos. Y el 27 de julio, el jefe de la policía iraní dijo a los periodistas que “algunos de los líderes de los disturbios han sido identificados”. En ocasiones anteriores, estos manifestantes han aparecido ante las cámaras de la televisión estatal “confesando” sus vínculos con los enemigos de la República Islámica.
En respuesta a las crecientes protestas, las autoridades iraníes también han ralentizado gravemente las conexiones a Internet en un intento de bloquear la difusión de contenidos de los usuarios a los medios de comunicación extranjeros.
En reacción al ambiente asfixiante, un grupo de 50 periodistas independientes iraníes condenó en un comunicado “el silenciamiento de las legítimas protestas en Juzestán y de los medios de comunicación, que intentan ofrecer una narración precisa de la agonía”.