Una nueva evaluación de inteligencia estadounidense concluyó que solo uno de los tres sitios nucleares iraníes atacados sufrió daños significativos. El lugar afectado fue el complejo subterráneo de Fordo, cuya capacidad de enriquecimiento de uranio habría quedado inhabilitada durante aproximadamente dos años. Así lo reportó NBC News, con base en declaraciones de cinco funcionarios estadounidenses, actuales y anteriores, con conocimiento directo de los hallazgos compartidos con legisladores y aliados.
La evaluación también abordó la situación en los otros dos sitios atacados, Isfahán y Natanz. Según el informe, el daño allí fue limitado, debido a que algunas estructuras quedaron fuera del alcance de las bombas antibúnker utilizadas. Las autoridades estadounidenses estiman que Irán podría reanudar operaciones en ambos sitios en un plazo de meses. No obstante, las evaluaciones continúan, y dos de los funcionarios citados afirmaron que se han identificado nuevos daños en revisiones recientes.
El medio indicó que el presidente Donald Trump recibió la opción de llevar a cabo una ofensiva aérea más amplia, que habría implicado ataques repetidos contra seis instalaciones nucleares durante varias semanas. Sin embargo, optó por una operación más limitada por el riesgo de una mayor implicación militar de Estados Unidos en Medio Oriente. “Estábamos dispuestos a llegar hasta el final con nuestras opciones, pero el presidente no quiso”, afirmó una fuente citada por NBC.
El informe también señaló que Estados Unidos e Israel discutieron la posibilidad de realizar nuevos ataques contra Natanz e Isfahán si Irán se niega a reanudar negociaciones sobre su programa nuclear o si intenta reconstruir sus instalaciones. Las autoridades israelíes consideran que Teherán está actuando de forma deliberada para evitar cualquier supervisión internacional y avanzar en el desarrollo de capacidades nucleares con fines militares.
En reacción al informe, la portavoz de la Casa Blanca, Anna Kelly, reiteró que los sitios atacados fueron “totalmente destruidos” y que “Estados Unidos y el mundo están más seguros, gracias a su acción decisiva”. El portavoz del Pentágono, Sean Parnell, declaró que “la credibilidad de los medios de noticias falsas es similar a la del estado actual de las instalaciones nucleares iraníes: destruidas, en la tierra, y tardarán años en recuperarse”. Añadió que “las instalaciones nucleares de Irán en Fordo, Isfahán y Natanz fueron completa y totalmente destruidas. De eso no hay duda”.
El Pentágono afirmó a comienzos de mes que los ataques lograron retrasar el programa nuclear iraní en su conjunto hasta en dos años. Sin embargo, el director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, expresó dudas sobre la eficacia de los ataques. Según Grossi, Irán podría restablecer la producción de uranio enriquecido en un plazo de pocos meses.
Algunos expertos señalaron que Irán probablemente trasladó parte de su uranio altamente enriquecido fuera del sitio de Fordo antes del ataque, con el objetivo de conservar una reserva operativa. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, afirmó que no tenía conocimiento de inteligencia que indicara un traslado previo del material.
El 13 de junio, Israel ejecutó una campaña aérea sin precedentes contra instalaciones nucleares iraníes, así como contra científicos y altos mandos militares. El objetivo de la operación fue desmantelar el programa nuclear de Irán, que Teherán presenta como civil, pero que, según Estados Unidos y otras potencias, busca desarrollar armamento nuclear.
Durante semanas previas, Trump intentó explorar opciones diplomáticas para reemplazar el acuerdo nuclear que su administración había abandonado en 2018. Sin embargo, decidió iniciar una ofensiva militar. La operación estadounidense desplegó más de 125 aeronaves, incluidos bombarderos furtivos, cazas de combate, aviones cisterna y un submarino con misiles guiados.
Tanto Estados Unidos como Israel indicaron que los ataques tuvieron como propósito impedir que Irán obtenga armas nucleares y reducir de forma significativa su capacidad de desarrollar misiles balísticos. A pesar de las afirmaciones de Teherán sobre fines exclusivamente civiles, el programa nuclear iraní ha alcanzado niveles de enriquecimiento de uranio cercanos al umbral armamentístico, ha restringido el acceso de los inspectores internacionales y ha ampliado su arsenal de misiles de largo alcance.
Israel sostiene que posee inteligencia que confirma la intención de Irán de fabricar una bomba nuclear. Asimismo, advirtió que podría llevar a cabo nuevas acciones militares si detecta intentos de reconstrucción de los programas nucleares y de misiles por parte del régimen iraní.