En las calles de varias ciudades iraníes, se está volviendo cada vez más frecuente ver a mujeres sin el pañuelo obligatorio o hijab, especialmente conforme se acerca el segundo aniversario de la muerte de Mahsa Amini y las protestas masivas que su fallecimiento generó.
A pesar de que ni las autoridades gubernamentales ni estudios oficiales han reconocido este fenómeno, que empezó durante los meses más calurosos de Irán y en medio de apagones eléctricos frecuentes, las redes sociales han mostrado cómo mujeres y niñas pasean con el cabello suelto, sobre todo al caer la noche. Videos caseros, ya sean de vecinos filmando las calles o de personas narrando su día a día, evidencian este acto de desobediencia.
Este desafío al sistema ocurre en medio de lo que expertos de la ONU han descrito como “medidas y políticas represivas ampliadas” por parte del régimen iraní para castigar a quienes desafían las normas. Sin embargo, no ha habido un hecho reciente que catalice una nueva oleada de protestas similares a las que provocó la muerte de Amini.
El nuevo presidente reformista de Irán, Masoud Pezeshkian, prometió durante su campaña acabar con el acoso hacia las mujeres por parte de la policía moral. No obstante, la figura con mayor autoridad sigue siendo el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, quien en múltiples ocasiones ha reafirmado que el descubrimiento del velo está prohibido por razones tanto religiosas como políticas.
Para algunas mujeres musulmanas devotas, cubrirse la cabeza es un símbolo de devoción a Dios y de modestia ante los hombres que no pertenecen a su familia. En Irán, tanto el hijab como el chador negro, que cubre todo el rostro, han sido durante décadas un símbolo político.
“La falta de cambios institucionales significativos y la ausencia de rendición de cuentas por graves violaciones de derechos humanos y crímenes contra la humanidad persisten”, advirtió el viernes una misión investigadora de la ONU en relación con Irán.
Mahsa Amini, de 22 años, murió el 16 de septiembre de 2022 en un hospital, después de ser arrestada por la policía moral por no llevar el hijab según las normas impuestas por el Estado. Las protestas que se desencadenaron tras su muerte comenzaron con el grito de “Mujeres, vida, libertad”, que pronto se transformó en una convocatoria abierta a la revuelta contra Jamenei.
Durante la represión que siguió a las protestas, más de 500 personas murieron y más de 22.000 fueron arrestadas.
Hoy en día, es común ver en las calles de Teherán, tanto en las zonas adineradas del norte como en los barrios más humildes del sur, a mujeres sin hijab, especialmente al anochecer. Incluso durante el día, los fines de semana, algunas mujeres caminan con el cabello al descubierto en parques principales.
Los videos en línea, especialmente aquellos que muestran recorridos por las calles de la ciudad, capturan a mujeres sin velo, algo que en décadas anteriores habría sido inconcebible después de la Revolución Islámica de 1979.
“Mi decisión de no llevar velo es un legado de Mahsa Amini, y debemos protegerlo como un logro”, dijo Azadeh, una estudiante de la Universidad Sharif de 25 años, quien solo dio su nombre de pila por temor a represalias. “Tendría mi edad si no hubiera muerto”.
No obstante, esta desobediencia no está exenta de riesgos. Meses después del cese de las protestas, la policía moral regresó a las calles. Desde entonces, se han divulgado videos aislados de mujeres y niñas siendo agredidas por agentes. En 2023, una adolescente iraní fue herida en un incidente en el metro de Teherán mientras no llevaba velo, y más tarde murió en el hospital. En julio, activistas denunciaron que la policía disparó contra una mujer que trataba de escapar de un puesto de control para evitar que le confiscaran su coche por no llevar hijab.
El gobierno también ha comenzado a tomar medidas contra establecimientos privados donde se ve a mujeres sin el pañuelo. Las cámaras de seguridad buscan identificar a aquellas que no llevan velo dentro de sus vehículos, lo que lleva a la confiscación de sus autos. Según la ONU, las autoridades han llegado incluso a usar drones para vigilar la Feria Internacional del Libro de Teherán en 2024 y la isla de Kish en busca de mujeres sin velo.
Aun así, algunos opinan que la elección de Pezeshkian, tras la muerte del presidente de línea dura Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero en mayo, ha contribuido a aliviar las tensiones en torno al uso del hijab.
“El ambiente actual, más pacífico, es en parte resultado de la llegada de Pezeshkian al poder”, comentó Hamid Zarrinjouei, un librero de 38 años. “Pezeshkian podría persuadir a las élites de que imponer más restricciones no garantiza una mayor lealtad al hijab”.
El pasado miércoles, el fiscal general de Irán, Mohammad Movahedi Azad, alertó a las fuerzas de seguridad sobre los riesgos de iniciar confrontaciones físicas debido al hijab. “Hemos procesado a los infractores y seguiremos haciéndolo”, declaró Movahedi Azad a los medios iraníes. “Nadie tiene derecho a actuar de manera inapropiada, incluso si se ha cometido un delito”.
Aunque el gobierno no ha abordado de manera directa el aumento de mujeres que no llevan hijab, hay señales de que el panorama político ha cambiado. En agosto, las autoridades despidieron a un profesor universitario un día después de que este se refiriera despectivamente a Amini en la televisión estatal, insinuando que había “croado”.
Mientras tanto, el periódico Ham Mihan, de corte reformista, informó en agosto sobre una encuesta realizada bajo la supervisión del Ministerio de Cultura y Orientación Islámica de Irán. Este estudio reveló que el uso del hijab se ha convertido en uno de los temas más debatidos en el país, una preocupación que no se había observado antes.
“El tema está en la mente de la gente como nunca antes”, afirmó la socióloga Simin Kazemi al diario.