Una mujer iraní de 31 años, Arezoo Badri, quedó parapléjica luego de recibir un disparo de la policía por presuntamente no cumplir con las estrictas leyes del hijab en Irán, según informó la BBC.
El incidente ocurrió a finales de julio en la ciudad de Noor, en el norte del país, cuando Badri fue interceptada por agentes de policía que intentaron detenerla y confiscar su vehículo debido a que supuestamente no se había cubierto el cabello adecuadamente en un momento anterior. Ante la negativa de Badri a detenerse, los policías abrieron fuego, impactándola en los pulmones y la columna vertebral.
Una fuente cercana al caso declaró a la BBC que Badri “está paralizada de la cintura para abajo” y que los médicos tardarán meses en determinar si su paraplejía es permanente. La gravedad del caso se agrava al conocerse que la bala no fue extraída de su cuerpo hasta diez días después de su ingreso al hospital.
Este suceso se enmarca en el contexto de las duras medidas implementadas por el gobierno iraní desde abril de 2023 para reforzar el cumplimiento del código de vestimenta islámico, que exige a las mujeres cubrirse el cabello.
Estas medidas incluyen la vigilancia mediante cámaras para identificar a quienes incumplan las normas, y la confiscación de vehículos en los que viajen mujeres con el cabello descubierto, tal como ocurrió con Badri.
El incidente recuerda el caso de Mahsa Amini, una joven de 22 años que murió bajo custodia policial en septiembre de 2022, tras ser arrestada en Teherán por llevar incorrectamente su hijab.
La muerte de Amini provocó una ola de protestas a nivel nacional, en las que cientos de personas murieron y miles fueron arrestadas. En marzo, una misión de la ONU calificó la muerte de Amini como ilegal y resultado de la violencia.
Un año después de la muerte de Amini, en septiembre de 2023, Irán aprobó una nueva ley que impone penas de hasta 10 años de prisión para las mujeres que violen el estricto código de vestimenta islámico, lo que evidencia la continua represión sobre las mujeres en el país.