Esta semana, el presidente ruso, Vladimir Putin, recibirá en Moscú al mandatario iraní, Masoud Pezeshkian, para la firma de un acuerdo de “asociación estratégica integral”, según anunció el Kremlin el lunes. La visita se llevará a cabo el viernes, y durante las negociaciones, ambos líderes abordarán el incremento del comercio y la cooperación en áreas como el transporte, la logística y la asistencia humanitaria, además de discutir diversos temas regionales e internacionales.
En medio de estas conversaciones, Ucrania y países occidentales han acusado a Irán de suministrar a Rusia drones explosivos utilizados en la guerra en Ucrania, lo que Moscú y Teherán han negado. Estas acusaciones surgen en un contexto de ataques de largo alcance contra infraestructuras ucranianas, realizados con drones de fabricación iraní. Irán, por su parte, busca adquirir sofisticados sistemas de defensa aérea y aviones de combate rusos para protegerse de posibles ataques israelíes. Ambos países enfrentan severas sanciones de Estados Unidos.
El interés de Irán en obtener aviones de combate avanzados Sukhoi Su-35 para renovar su flota aérea, afectada por las sanciones internacionales, se mantiene, aunque hasta ahora solo ha recibido algunos aviones de entrenamiento Yak-130 en 2023. Pezeshkian llega a Moscú poco antes de la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, quien ha prometido negociar un acuerdo de paz en Ucrania, pero se espera que adopte una postura más firme contra Irán.
En el marco de este tratado, Teherán probablemente buscará compromisos financieros y de defensa de Moscú. Un acuerdo similar ya fue firmado por Putin con Corea del Norte el año pasado, con el que se consolidó la alianza entre ambos países. En este pacto, ambas naciones se comprometieron a ofrecer asistencia militar en caso de invasión. Desde entonces, Corea del Norte ha enviado tropas para luchar junto a las fuerzas rusas en la región de Kursk, con informes de numerosas bajas entre sus soldados.
Irán también enfrenta crecientes presiones, especialmente por parte de Israel, que considera tomar acciones contra su programa nuclear. Además, el llamado “eje de resistencia” de Irán se ha debilitado tras los ataques israelíes que destruyeron sus defensas aéreas, y la ofensiva contra Gaza por parte de Israel ha desmantelado a Hamás y ha diezmado las capacidades de Hezbolá. A ello se suma el colapso del régimen de Bashar Assad en Siria, aliado tradicional de Irán.
La economía iraní sigue tambaleándose después de la ruptura del acuerdo nuclear de 2015. La retirada de Estados Unidos en 2018 y la muerte de un importante general iraní en un ataque de drones han intensificado la crisis. En una reciente cumbre del BRICS, Putin destacó los “lazos amistosos y constructivos” con Irán, aunque dentro de la Guardia Revolucionaria iraní ha aumentado el malestar hacia Rusia, con un alto oficial acusando a Moscú de ser responsable de los problemas sufridos por Irán en Siria.
A pesar de estas tensiones, la televisión estatal iraní mostró recientemente al comandante de la Guardia Revolucionaria visitando una planta subterránea de misiles, destacando el aumento de la producción de armas. En cuanto a la cuestión nuclear, Irán continúa enriqueciendo uranio, alcanzando niveles cercanos a los necesarios para la fabricación de armas, lo que ha generado preocupación en la comunidad internacional.
El lunes, Irán tenía previsto mantener conversaciones nucleares en Suiza con Francia, Reino Unido y Alemania. La situación se complica con informes de que Estados Unidos considera la opción de un ataque preventivo a las instalaciones nucleares iraníes si Teherán avanza hacia el desarrollo de un arma atómica antes del 20 de enero, fecha en que Trump asume el cargo. El portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Esmaeil Baqaei, rechazó estas amenazas, calificándolas como una violación del derecho internacional. Irán insiste en que su programa nuclear tiene fines pacíficos y niega cualquier intención de desarrollar armas nucleares.