Teherán se está hundiendo. Esta no es una metáfora relacionada con las sanciones estadounidenses o la caída de los precios del petróleo, sino las conclusiones de un estudio reciente que analizó datos satelitales sobre la capital iraní. Encontró que algunas partes de la ciudad se están hundiendo en el suelo a una velocidad de hasta 25 centímetros (casi 10 pulgadas) por año. Los investigadores también encontraron que las áreas de hundimiento se están expandiendo y podrían llegar al aeropuerto internacional de la ciudad.
La investigación realizada por dos científicos del Centro Alemán de Investigación en Geociencias de GFZ en Potsdam fue aceptada para su publicación por la revista científica Remote Sensing of Environment. Los hallazgos también fueron publicados en el sitio web de la revista Nature. Los investigadores utilizaron datos de rastreo satelital desde 2003 hasta 2017 para rastrear la tasa de hundimiento de la tierra en Teherán. Un estudio previo relacionó el hundimiento con el agotamiento de los acuíferos subterráneos bajo la ciudad, que se están bombeando para irrigar los campos que rodean la capital y para suministrar agua a los 13 millones de habitantes de la ciudad.
El nuevo estudio describe la magnitud de los problemas. La llanura occidental de Teherán, que incluye las áreas urbanas, las tierras agrícolas y los suburbios de la ciudad occidental, se está hundiendo a una velocidad de 25 centímetros por año. La llanura de Varamin, un área agrícola al sureste de la ciudad, se está hundiendo a un ritmo similar. El aeropuerto internacional, al suroeste de Teherán, también se está hundiendo, aunque a un ritmo más lento de 5 centímetros por año. En general, los investigadores estiman que alrededor del 10 por ciento del área urbana de Teherán está afectada por el hundimiento.
La tasa de hundimiento en Teherán se encuentra entre las más altas documentadas en un área urbana, aunque este es un problema mundial generalizado. Estudios anteriores han demostrado que Yakarta, la capital de Indonesia, se está hundiendo a una velocidad de 20 centímetros por año, mientras que el Valle de San Joaquín en California, cuyas ciudades incluyen a Stockton y Fresno, se está hundiendo hasta en 60 centímetros por año.
Junto con el hundimiento de la tierra, han aparecido enormes fisuras, algunas de ellas de varios kilómetros de largo y hasta cuatro metros de ancho y de profundidad, en el suelo al sureste de Teherán. Algunas de estas grietas amenazan con derribar las líneas eléctricas y dañar los ferrocarriles. A veces las grietas aparecen bajo tierra, creando sumideros que son un peligro para la seguridad. También hacen inviable la agricultura ya que el agua de riego drena a través de las grietas, dejando el suelo seco.
En un esfuerzo por frenar el hundimiento, las autoridades están tratando de restringir el bombeo de agua subterránea. Se estima que unos 100.000 pozos ilegales en todo Irán han sido sellados en los últimos años, pero solo en el área metropolitana de Teherán hay 30.000 pozos de este tipo en funcionamiento.
Los investigadores dicen que la subsidencia puede ser irreversible. Las mediciones de agua subterránea muestran que la tierra no se levanta cuando el agua subterránea aumenta, por ejemplo, después de una lluvia intensa. Los resultados muestran que la roca debajo del suelo también pierde parte de su porosidad cuando el suelo se hunde. Este cambio podría llevar a otro fenómeno preocupante: inundaciones más intensas porque el agua de lluvia no se está filtrando en el suelo.