El júbilo estalló en los canales de comunicación de la órbita del Estado Islámico (IS en siglas inglesas) pocos minutos después de empezar la pesadilla en las Ramblas. «A todos los Españoles», reclamaba una cuenta anónima en uno de los servicios de mensajería popularizados por los simpatizantes del jihadismo, «ahora es el tiempo de pagar por todo lo que vuestro gobierno a hecho a nuestros inocentes en nuestros países».
La reivindicación del grupo jihadista llegó después en un comunicado, emitido por su medio propagandístico Amaq: «Soldados del Estado Islámico llevaron a cabo la operación, bajo órdenes del Califato contra países de la Coalición».
En el Estado Islámico se habla castellano desde los primeros compases de su ocupación del norte de Siria e Irak, en 2013 y 2014, cuando los seguidores extranjeros del ‘califa’ Bagdadi lo tenían mucho más fácil que hoy para aterrizar en Estambul y cruzar la frontera turco-siria. Las autoridades estiman que más de 200 españoles o residentes en España han migrado a los territorios bajo su control. Los principales puntos de salida han sido Ceuta y Melilla. El número es menor al de otros países europeos como Francia o Alemania.
Aunque el Estado Islámico es hijo de Al Qaeda en Irak, cuyo líder Osama Bin Laden se atribuyó la masacre del 11M, no fue hasta 2014 cuando el ISIS propiamente dicho señaló por primera vez como objetivo a España, o mejor dicho, a lo que ellos reivindican como Al Andalus: «Vamos a matar a cualquier infiel español ‘inocente’ si lo encontramos en tierras musulmanas, y si no, os alcanzaremos en vuestras tierras» juró en lengua española en mayo del año pasado, en un comunicado, alguien apodado Abu al Baraa Ibn Malik.
Las llamadas a atacar en España se multiplicaron en 2016 al mismo ritmo endiablado que los canales de Telegram – una herramienta popular entre los círculos jihadistas – en castellano y la traducción al idioma de Cervantes de propaganda jihadista radical de todo tipo. Un balance del Ministerio del Interior español de 2016 mencionó este incremento. En aquel año el número de amenazas a España, particularmente procedentes del ISIS y de Al Qaeda en el Magreb Islámico, se doblaron respecto a 2015.
El informe del Gobierno reseñaba un doble motivo para amenazar a España: «integrar la Coalición Global contra el Daesh [acrónimo en árabe del ISIS], así como por formar parte del territorio reivindicado por los radicales y al que se refieren como Al Andalus». En algunos documentos revisados para el dosier se mencionan mensajes explícitos, desde Irak, llamando a la «liberación» de ciudades como Toledo, Córdoba y Xátiva. Otra grabación, de nuevo mencionando Al Andalus, señala a Córdoba o Sevilla.
Una nueva estrategia centrada en el terrorismo
Las llamadas a la acción han tomado un cariz distinto a medida que el ISIS ha perdido suelo. El nueve de julio pasado perdió Mosul, su mayor ciudad en Irak, y retrocede a diario en Raqqa, su fortín en el norte sirio. Ha pasado de las proclamaciones territoriales rimbombantes a, además, urgir a sus seguidores a perpetrar atentados. A principios de este junio, una nueva llamada por sus canales de comunicación solicitaba una nueva oleada de ataques de ‘lobos solitarios’. España era uno de los objetivos. En estas llamadas, el ISIS ha promocionado entre sus huestes los atropellos y los apuñalamientos como métodos para atentar contra la población civil en las ciudades europeas.
Rita Katz, directora del observatorio de Inteligencia SITE y experta en jihadismo, recordaba a través de Twitter, que hace solo dos semanas una cuenta pro ISIS amenazó con «reconquistar Al Andalus» y con un «ataque inminente» en España». «Fuego en Al Andalus», reclamó uno de esos tuits. Katz consideraba que «no está claro» que haya una relación entre tal amenaza y lo acontecido ayer en Barcelona. Pero este tipo de comunicaciones dan cuenta del interés de la organización jihadista en golpear en España.
Fuente: El Mundo