El Comité de Planificación y Construcción del Distrito de Jerusalén ha decidido no seguir adelante con la construcción de hasta 9.000 viviendas en Atarot, al norte de Jerusalén, destinadas a los judíos ultraortodoxos.
El plan había recibido una aprobación preliminar el mes pasado, pero se encontró con una fuerte oposición de Estados Unidos al proyecto.
El domingo, el foro encargó un estudio de impacto ambiental para el proyecto, sin establecer un calendario para nuevas discusiones sobre el plan.
Una fuente al tanto del trabajo del comité dijo que es probable que las conclusiones del estudio se presenten en 45 días, y añadió que “el gobierno no interferirá en el trabajo del escalón profesional”, evitando así retrasos innecesarios en el Ministerio de Protección Ambiental o en el trabajo del comité de zonificación.
El proyecto de Atarot fue discutido el domingo en una conversación entre el primer ministro Naftali Bennett y el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, quien subrayó que el proyecto “no fue promovido ni siquiera durante la época de las administraciones de Netanyahu y Trump”.
Un portavoz del Departamento de Estado dijo que Blinken instó a Israel y a los palestinos a abstenerse de cualquier paso unilateral y señaló que “el avance de la actividad de asentamiento” podría socavar cualquier esfuerzo para negociar una solución de dos Estados a su conflicto.
Al parecer, Bennett dijo a Blinken que la cuestión seguía siendo objeto de estudio y subrayó que el gobierno no interferiría en la labor del comité de zonificación.
Los críticos de la empresa de poblados judíos sostienen que la construcción propuesta en la zona situada entre el este de Jerusalén y la ciudad de Ramallah atenuaría aún más las esperanzas palestinas de un futuro “Estado”.
“Esperamos que el gobierno aproveche el tiempo para reexaminar el daño que el plan tiene sobre las posibilidades de paz, el desarrollo de Jerusalén y las relaciones de Israel con Estados Unidos”, dijo la ONG de izquierda Peace Now.
El miembro del Comité Ofer Berkovitch, que encabeza el movimiento político “Hitorerut en Jerusalén”, se opuso al retraso, diciendo que el plan “podría haber sido impulsado mientras se espera la finalización del estudio de impacto ambiental”. “Uno se pregunta por qué no se encargó antes este tipo de estudio. Espero sinceramente que el gobierno no utilice las cuestiones medioambientales como excusa”.
El movimiento de Berkovitch afirma que es “un partido político y un movimiento social para los jerosolimitanos que se preocupan por la ciudad y están dispuestos a luchar por el futuro de Jerusalén”.