Hombres y mujeres judíos principalmente centroeuropeos llegaron a Ecuador como refugiados durante el nazismo y se convirtieron, sin quererlo, en sigilosos protagonistas del desarrollo económico, social y cultural del país andino en la segunda mitad del siglo XX.
Su legado es ahora rescatado en la primera investigación académica sobre la materia, que analiza un centenar de biografías y casos emblemáticos bajo el título de “La migración judía en Ecuador. Ciencia, cultura y exilio 1933-1945”, que se presenta en Quito.
“Había entre quince y veinte de estos inmigrantes judíos sin los cuales no se entiende lo que es el Ecuador moderno”, explica su autor, Daniel Kersffeld, académico argentino radicado desde 2010 en este país, donde ha sido asesor de la ex canciller María Fernanda Espinosa, que firma el prólogo.
Publicado por la Academia Nacional de Historia de Ecuador, el libro repasa la historia del judaísmo ecuatoriano, marginal hasta la llegada de aquellos que escapaban del Tercer Reich.
“Encontré que a diferencia de otros casos, el ecuatoriano era muy particular por la época en la que se produjo, directamente en los años del nazismo, y porque entre el número reducido de inmigrantes había numerosas personalidades”, señala este licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires y doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, entre otras titulaciones.
El origen de los inmigrantes judíos era mayoritariamente alemán y austríaco, aunque también arribaron de Checoslovaquia, Italia, Polonia, Hungría o Rusia.
En el período que comprende los prolegómenos de la contienda europea y la posguerra, el investigador calcula que entre 3.000 y 4.000 judíos alcanzaron Ecuador, país del que muchos ni habían escuchado.
Buena parte de ellos tenían una buena posición económica en sus países de origen, títulos universitarios, en algunos casos gozaban de amplio reconocimiento profesional, estaban muy bien integrados en la sociedad y numerosos eran seculares, según sus memorias.
El año 1938 supuso un punto de inflexión a raíz de la ola de agresiones a propiedades judías en Alemania, en la Noche de los Cristales Rotos, y la adopción de las Leyes Raciales en Italia.
“Los acontecimientos del 38 marcan un punto de no retorno para varios de estos judíos alemanes que fueron enviados al campo de Dachau. Los que salen tienen la convicción de que deben irse del país”, analiza.
Para esa fecha la mayoría de países de América, incluido EE.UU., cerraban sus fronteras a estos judíos y uno de los pocos que todavía permitía su entrada era Ecuador, “un caso único”, dice el autor.
En la nación andina apenas había presencia judía, pero figuras como el periodista Adolfo Simmonds o el ingeniero Julio Rosenstock se movilizaron para favorecer la llegada de los nuevos inmigrantes y, en 1938 se funda en Quito la primera Comunidad Judía del Ecuador.
Aunque oficialmente las autoridades ofrecían visas para expertos agrónomos, Ecuador se convirtió en terreno abonado para el desarrollo y fomento en diversos ámbitos profesionales.
En el campo de la arquitectura y planificación urbana sobresalieron los migrantes de origen checo.
Muchas mujeres que habían estudiado con artistas europeos trajeron las corrientes de vanguardia y fueron formadoras de generaciones posteriores.
En la medicina es reconocida la aportación del endocrinólogo y escritor de origen austríaco Paul Engel.
El veterinario alemán Julius Zanders, que impulsó el desarrollo de esta disciplina o el abogado Wenzel Goldbaum, asesor de diferentes gobiernos y que promocionó el campo de los derechos de autor, son otros de los ejemplos.
Pero uno de los casos más señalados, con capítulo propio, es el de los laboratorios Life, fundados en 1940 en Quito por un grupo de empresarios y científicos italianos liderados por Alberto Di Capua, Giorgio Ottolenghi, Aldo Mugía.
Fue la primera industria farmacéutica del país y principal exportadora regional y otorgó los primeros beneficios sociales a trabajadores en Ecuador, además de dar empleo a otros científicos judíos que no hablaban español.
“Desde el mismo nombre de los laboratorios Life, que juega con la idea de la vida cuando estaban dejando atrás la muerte de los campos de concentración, está presente el tema de la supervivencia”, explica Kersffeld al incidir en el impacto que tuvo el Holocausto en los inmigrantes.
“En esa vocación creadora que tuvieron, las ganas de trabajar y aportar a este país fue una cuestión vital y reflejo de todo lo que dejaron atrás”, concluye.