Eliya Cohen acudió el martes al Muro Occidental, marcando su primera visita al lugar desde su liberación como rehén.
Durante la ceremonia, Cohen, descendiente de una familia sacerdotal, impartió la bendición sacerdotal a miles de asistentes. La Fundación del Patrimonio del Muro Occidental organizó el evento, como cada año, en los días intermedios de Pésaj. Esta tradición inició hace 54 años bajo el liderazgo del rabino Menachem Mendel Gafner y reúne a cientos de sacerdotes, conocidos como Kohanim, para recitar la bendición bíblica del libro de Números.
La fecha coincidió con el aniversario exacto de la participación de su madre, Sigi, en el mismo evento, donde oró por su liberación mientras él seguía secuestrado.
Varias figuras destacadas asistieron a la ceremonia, entre ellas el rabino jefe sefardí David Yosef, el rabino jefe ashkenazí Kalman Bar, el rabino del Muro Occidental Shmuel Rabinowitz, el rabino jefe de la Policía Rami Rahamim Berachyahu, el ex comisionado de la policía Kobi Shabtai, el alcalde de Jerusalén Moshe Lion, el embajador de Panamá en Israel Ezra Cohen, ministros, rabinos y familiares de los secuestrados Segev Kalfon y Uriel Baruch, además de miles de fieles.
El rabino Rabinowitz dirigió el servicio de oración, que culminó con la ceremonia de saludos festivos. Los principales rabinos del país participaron junto a los rabinos del Muro Occidental para bendecir a los asistentes. El acto se dedicó al retorno de los rehenes, la recuperación de los heridos, el bienestar de los soldados de las FDI y la paz en Israel.
Cohen publicó un testimonio un mes antes, donde relató su cautiverio. “Recuerden los días en que oraron por lo que hoy tienen”, escribió. Relató los 505 días de secuestro como un tiempo de oscuridad, aislamiento total, hambre, miedo y dolor físico y emocional. “Viví momentos que ninguna película podría representar. Sentí pérdida, soledad absoluta, pero algo dentro de mí resistió: el espíritu. La pequeña esperanza de que un milagro me devolvería a casa”.
Pese a la adversidad, afirmó que mantuvo la sonrisa como forma de enfrentar la oscuridad. Al reflexionar sobre su experiencia, reconoció el apoyo del pueblo de Israel como su fuerza. “Cada soldado, cada persona que gritó mi nombre, que rezó, que luchó por mi regreso: ustedes fueron mi milagro”.
También destacó el sacrificio de quienes no regresaron. Agradeció a los soldados caídos y a las familias que aún sufren la pérdida de sus seres queridos. “La vida que me fue devuelta es también un regalo de ellos. Nunca los olvidaré”.
Finalmente, expresó gratitud por el respaldo recibido desde su regreso. Agradeció a su familia, amigos y a Ziv por no abandonarlo. “No escribo por escribir, lo hago como alguien que lo perdió todo y volvió a nacer. Deténganse un momento y valoren lo que tienen. No esperen a perderlo para entender su valor”. Cerró con un mensaje claro: “Incluso en la desesperación, rendirse no es una opción”.