España ha rechazado ampliamente las solicitudes de ciudadanía de los descendientes de los judíos sefardíes expulsados del país hace más de 500 años, según The New York Times.
El gobierno español ha extendido la ciudadanía a 34.000 personas desde que avanzó la ley de 2015 para reparar el “error histórico” que España cometió cuando obligó a su población judía a convertirse o a exiliarse en 1492.
Pero, según The New York Times, que citó datos del Gobierno español, mientras que antes de este año se denegó la ciudadanía a un solo solicitante, en los últimos meses se han rechazado repentinamente 3.000 solicitudes y otras 17.000 no han recibido respuesta.
El Ministerio de Justicia español defendió los rechazos, diciendo al periódico que los que cumplían los criterios “son bienvenidos de nuevo a su país, pero del mismo modo, los que no cumplen los requisitos verán que su solicitud es rechazada como lo sería en cualquier otro proceso”.
“Se sintió como un puñetazo en las tripas”, dijo al periódico María Sánchez, de 60 años, de Nuevo México, cuya solicitud fue rechazada. “Echasteis a mis antepasados y ahora volvéis a hacerlo”.
Tanto Portugal como España aprobaron en 2015 leyes que conceden la ciudadanía a los descendientes de judíos sefardíes, medidas que, según ambos gobiernos, pretenden expiar la expulsión de cientos de miles de judíos de la Península Ibérica durante la Inquisición.
El plazo de la ley española debía cerrarse en 2019, pero se ha ampliado hasta septiembre de 2021 para los que iniciaron el proceso legal. La ley portuguesa es de duración indefinida.
En ambos países, el gobierno describió la ley como un acto de expiación por la persecución y la expulsión masiva de judíos durante la Inquisición, que comenzó en el siglo XV. Muchos judíos fueron convertidos por la fuerza al cristianismo.
El término “sefardí” significa literalmente “español” en hebreo. Se calcula que los judíos sefardíes representan entre una quinta y una tercera parte de los aproximadamente 13 millones de judíos del mundo. Durante siglos, las comunidades judías sefardíes han mantenido sus costumbres y la lengua ladina.