Los sabios explicaron que tanto Moisés como David hicieron prácticas como pastores. Como cuidaban de sus ovejas con esmero y atención individual, el Todopoderoso decidió que tenían el temperamento necesario para dirigir al pueblo judío (Éxodo Rabá 2:2).
En su Degel Mahaneh Efrayim, el rabino Moshe Hayim Efrayim de Sudilkov (1742- o 1748-1800) citó esta tradición y añadió un texto de prueba. El papel de Moisés como pastor se menciona por primera vez en el versículo: “Y Moisés cuidaba el rebaño de su suegro, Jetro, el sacerdote de Madián, y conducía el rebaño lejos, en el desierto, y llegaba al monte de Dios, a Horeb” (Éxodo 3:1). El Degel destacó una palabra hebrea en el verso: “hamidbar” – el desierto. Los rollos de la Torá se escriben sin vocales, por lo que el Degel sugirió que la palabra podría leerse como hamedaber – el que habla. Dado que Moisés había demostrado ser un buen pastor en el desierto, Dios lo eligió para servir como pastor de aquellos dotados del poder del habla.
La interpretación del Degel se basaba en la noción de que existe una licencia para leer una cadena de letras con vocales diferentes a las asignadas por la tradición. En otra parte de su volumen, el Degel abrió una enseñanza haciendo referencia a este método como principio de interpretación de la Biblia: “Porque la Torá fue dada sin vocales, y es posible exponer [el texto] con cualquier vocal que sea apropiada para el asunto del sermón”. Tras enunciar la regla, el Degel se lanzó a una breve disertación sobre la primacía de la honestidad:
“Porque todos los problemas que le ocurren a una persona -que el cielo no lo permita- son el resultado de estar ahogado en la falsedad y no apegarse a la verdad, de manera que la boca y el corazón de una persona no están a la par. Pero una persona que se aferra a la verdad y la boca y el corazón de esa persona están en armonía – entonces todos los juicios duros se endulzan”.
Según el Degel, el primer paso para mejorar es evitar la disonancia entre la boca y el corazón. Si la boca sólo dijera lo que está en el corazón, entonces la persona podría concentrarse en endulzar la raíz del discurso negativo; es decir, endulzar el corazón.
Para fundamentar su argumento, el Degel citó un versículo bíblico de la historia del Éxodo. Justo antes de que los Hijos de Israel salieran de Egipto, Moisés les transmitió las instrucciones de Dios y les prometió que cuando salieran, ningún perro les ladraría: “Y contra cualquiera de los Hijos de Israel, el perro no afilará su lengua” (Éxodo 11:7). Al cambiar la puntuación de la frase y las vocales de la palabra hebrea para perro, “kelev”, el Degel vio este versículo como una prueba de la exigencia de que los corazones y las bocas de las personas debían estar de acuerdo: Y contra cualquiera de los Hijos de Israel, nada se afilará, porque la lengua debe ser k’lev, como el corazón.
En otra parte de su obra, el Degel ofreció una perspectiva más amplia sobre este método interpretativo:
“Esto es cierto y verdadero, porque la Torá fue dada sin vocales, y la razón es que la Torá tiene 70 caras, y la Torá debe ser interpretada por medio de las vocales que son relevantes para el tema del sermón… y es posible puntuar la Torá con las vocales que se deseen para que los asuntos del sermón emerjan bien”.
Así, la ausencia intencionada de vocales en el rollo de la Torá añade un elemento de elasticidad al texto, y prepara el terreno para la gama de 70 interpretaciones diferentes.
Un CONTEMPORÁNEO del Degel recoge una tradición similar de interpretación bíblica, aunque en una tierra lejana y un contexto cultural diferente. El rabino Hayim Yosef David Azulai (1724-1806), conocido por el acrónimo Hida, nació en Jerusalén. En 1755 fue elegido emisario de la comunidad judía de la Tierra de Israel, y sus viajes le llevaron a tierras lejanas.
El Hida era un bibliófilo, y durante sus extensos viajes examinó colecciones de libros y manuscritos y visitó famosas bibliotecas. Tomaba notas de lo que veía y de las figuras rabínicas que encontraba. La amplitud de la erudición de Hida es impresionante, y fue un escritor prolífico, que legó una impresionante variedad de libros.
Una de sus obras, LeDavid Emet, está dedicada a las leyes de los rollos de la Torá y se imprimió en Livorno en 1796. El volumen se basa en obras anteriores, aunque el Hida añadió sus propias ideas. En un pasaje, el Hida cita la tradición de que los rollos de la Torá no incluyen vocales para que la gente pueda interpretar el texto como quiera.
También citó a su colega, el rabino Avraham Hayun de Jerusalén (m. 1800), que había explicado que la Torá original era sólo un montón de letras sagradas ante el Todopoderoso. Para dar esas letras al mundo físico, Dios las organizó en palabras que reflejaran la realidad temporal. Los rollos de la Torá no incluyen vocales, signos de puntuación o cantilación como reflejo de lo que fue la Torá original y espiritual.
Hayun fue un paso más allá en su explicación. En el Fin de los Días, Dios tomará esas mismas letras y las reorganizará en palabras diferentes que se relacionen con la nueva realidad mesiánica. De este modo, las letras de la Torá son eternas, aunque cambien las palabras que forman, sus vocales y su pronunciación, y la forma en que se encadenan para formar frases.
Así, la legitimidad de la lectura de palabras con vocales que difieren de la lectura tradicional aparece en fuentes coetáneas al Degel. Tanto el Hida como el rabino Hayun de Jerusalén fueron ajenos a la evolución de la Europa del Este. Reunir estas fuentes nos recuerda situar el jasidismo como parte del mosaico de la herencia judía.
La licencia para reinterpretar el texto bíblico mediante la transposición de las vocales es una herramienta potente, incluso peligrosa. Por lo tanto, es necesario hacer una advertencia: A pesar de ofrecer diferentes lecturas cambiando las vocales, ninguno de los comentaristas sugirió utilizar esta herramienta interpretativa para cambiar la ley judía. En este sentido, el método se empleó de forma conservadora: ampliando la amplitud del significado sin sacudir los fundamentos de la Halajá.
El potencial explosivo existe, aunque se ha utilizado en el campo de la interpretación y como parte de la búsqueda permanente de significado. El mecanismo no se ha utilizado para redefinir las normas comunitarias ni para recalibrar la ley judía.