En agosto de 1938, durante los pogromos árabes en Jerusalén, el complejo de la sinagoga yemenita en la Shiloah fue profanado, saqueado, desvalijado y los rollos de la Torá fueron quemados y rasgados.
La impactante imagen quedó grabada para siempre en nuestra memoria por la famosa foto de Shlomo Ze’evi (padre de Rejavam Ze’evi, que D’s vengue su sangre) que visitó el lugar con protección policial británica en 1939.
Ahora, 83 años después y gracias a la generosidad y el empuje de Ana y Jack Yehoshua Berger, de Chicago, se escribió un rollo de la Torá y se llevó al antiguo pueblo yemenita de Shiloah, donde una incipiente comunidad judía crece año tras año y mes tras mes.
Decenas de familias con cerca de un centenar de hermosos niños cantaron y bailaron con el rollo de la Torá, recorriendo el camino desde Beit Yonatan, donde se escribieron las últimas letras de los residentes, hasta el complejo original de la sinagoga.
Daniel Luria, Director Ejecutivo de Ateret Cohanim, dijo que los Berger “han participado en muchos proyectos en la Shiloah, sintiéndose muy cercanos a las familias dedicadas y pioneras de la Shiloah, que son los «hechos vitales sobre el terreno» con una devoción asombrosa, manteniendo una Jerusalén unida en manos judías”.
Aunque los Berger no pudieron volar a Israel y asistir a la alegre ocasión debido a las actuales restricciones por el coronavirus, la llegada del rollo de la Torá a la Shiloá, apenas unos días después de la fiesta de Simchat Torá, fue el momento perfecto, según Luria.
En 2004, gracias a los enormes esfuerzos de Ateret Cohanim y del Comité de Confianza Santificada Yemenita, las familias judías volvieron por fin a la zona. Al principio, fueron inversores judíos de Canadá e Israel, motivados por la ideología, quienes financiaron la redención de los dos primeros edificios, Beit Hadvash y Beit Yonatan, dedicados a Jonathan Pollard. Sin embargo, desde entonces se han devuelto al pueblo judío muchos más edificios y viviendas.