Colombia, país latinoamericano desgarrado por los conflictos, se enfrenta a una crisis energética que se ve amplificada por las repercusiones económicas de la pandemia de la COVID-19 y por la fuerte disminución de los precios del petróleo. En los últimos días, el índice de referencia internacional Brent ha caído bruscamente hasta situarse en torno a los 42 dólares por barril, tras una serie de noticias bajistas, aunque los precios del gas natural se han disparado desde que alcanzaron un mínimo multianual en julio de 2020. La prolongada caída de los precios del petróleo está afectando gravemente a la industria petrolera colombiana, lo que está provocando una caída de la inversión y la producción. Esto, unido a la creciente demanda interna de gas natural, obligó a Colombia a empezar a importar gas natural licuado en el 2016. Se estimó que, si el consumo interno seguía creciendo, Colombia se vería obligada a aumentar sustancialmente las importaciones de gas natural licuado. Según la EIA de los Estados Unidos, las importaciones de GNL de Colombia durante el primer semestre de 2018 superaron las de los dos años anteriores. En mayo de 2020, Colombia había recibido nueve envíos de GNL en comparación con un total de seis durante el 2019, y se esperan más envíos. El rápido crecimiento de las importaciones de GNL pone de relieve los vientos contrarios a la industria del gas natural de Colombia y la creciente inseguridad energética de un país que se enfrenta a una serie de problemas de desarrollo.
El gas natural se ha convertido en el combustible de transición para sustituir al carbón de alta emisión de carbono. La falta de reservas, la disminución de la producción y la debilidad de la infraestructura de Colombia se suman a la creciente incertidumbre sobre la seguridad energética. En abril de 2020, el Ministerio de Minas y Energía del país anunció que las reservas probadas de gas natural de Colombia a finales de 2019 eran de 3,1 billones de pies cúbicos, lo que representa ocho años de producción a la producción actual. Eso representaba una disminución del 17% en comparación con el año anterior, en el que las reservas probadas ascendían a 3,8 billones de pies cúbicos con una vida útil de producción de casi 10 años.
Esto pone de relieve el problema clave de Colombia cuando el consumo interno de gas natural sigue creciendo. De acuerdo con Canacol Energy, el mayor productor independiente de gas natural de Colombia, la demanda de este combustible fósil se está expandiendo a un 3% anual. Este crecimiento de la demanda aumentará a medida que el gobierno central introduzca medidas que hagan que el gas natural se convierta en el combustible de transición preferido, ya que se centra en el cumplimiento de sus objetivos de emisión del Acuerdo de París. El gobierno de Colombia se centra en reducir la contaminación del aire que se ha convertido en un problema importante en muchas de las principales ciudades colombianas, en particular Medellín y Bogotá. El gobierno trata de sustituir la electricidad generada por carbón y petróleo por el combustible fósil. El gas natural se ha convertido en una importante fuente de generación de energía, particularmente en la costa del Caribe. El aumento del consumo de electricidad, combinado con el bajo nivel de las reservas hidroeléctricas, está amplificando la demanda de electricidad alimentada con gas natural en Colombia. Estos factores harán que la demanda de gas natural siga aumentando, ejerciendo una mayor presión sobre las limitadas reservas y producción de gas natural de Colombia, lo que hará que esas reservas disminuyan más rápidamente. Desde el 2009 no se ha encontrado ningún hallazgo importante de petróleo o gas natural en el país andino.
Después de disminuir hasta mediados de 2019, la producción de gas natural de Colombia comenzó a crecer hasta alcanzar un nivel superior en un año, de 1141 millones de pies cúbicos por día en septiembre de ese año. Para enero de 2020, la producción de gas natural del país andino empezó a disminuir de nuevo, alcanzando en abril un mínimo plurianual de 827 mmcfpd, ya que el bloqueo por coronavirus y la brusca caída de los precios del petróleo afectaron gravemente a las operaciones en el sector energético de Colombia. Desde entonces comenzó a aumentar, llegando a 1096 mmcfpd en junio antes de caer en un preocupante 15% hasta 933 mmcfpd para julio de 2020.
La reciente disminución se puede atribuir a los programas de mantenimiento que se están llevando a cabo en los campos de Floreña y Floreña Mirador, y a las inesperadas interrupciones de los equipos en los campos de Pauto Sur Floreña.
Un viento en contra clave que afecta la seguridad energética de Colombia es que la producción de su principal fuente de gas natural, el complejo de campos maduros ubicados en la Cuenca de la Guajira, está disminuyendo constantemente.
Se ha estimado que los campos de gas natural de Chuchupa y Ballena, situados en el departamento oriental de la Guajira, tienen tasas de disminución de hasta el 20% anual, que aumentarán a medida que envejezcan, lo que hará que la producción se deteriore aún más. Esto está afectando la rentabilidad, explicando por qué Chevron vendió su participación del 43% en el Contrato de Asociación de la Guajira, incluyendo los campos Chuchupa y Ballena, así como una planta de procesamiento a Hocol, una subsidiaria de la compañía petrolera nacional colombiana Ecopetrol.
Mientras que en la industria del gas natural de Colombia está surgiendo el optimismo de que la disminución de las reservas y de la producción será más lenta, la Unidad de Planificación Minera y Energética de la UPME del gobierno espera que el suministro nacional de gas natural disminuya en alrededor de un 40% de aquí al 2026. Esto ocurrirá en un entorno en el que la demanda está aumentando y se prevé que eclipse la oferta antes de finales de 2023, lo que pone de relieve la necesidad de que Colombia impulse sus reservas y producción de gas natural. Es esta creciente escasez de gas natural la que es responsable de que los precios al contado en Colombia sean significativamente más altos que los del Henry Hub Benchmark estadounidense. Durante los primeros tres meses de 2020 el precio de referencia de la Guajira promedió 4,39 dólares por cada mil pies cúbicos de gas natural, un 2% más que el mismo período del año anterior y más del doble del precio promedio de Henry Hub para ese período.
Los productores de gas natural en Colombia han podido fijar contractualmente precios que son significativamente más altos que los precios de referencia de América del Norte. Canacol, en su guía para el 2020, afirmó haber fijado un precio de venta promedio de cabeza de pozo, neto de los costos de transporte, de 4,80 dólares por Mcf para el año. Para el segundo trimestre de 2020 Canacol informó un precio medio de venta de 4,53 dólares por Mcf neto de gastos de transporte. Estas cifras son significativamente más altas que los precios que la mayoría de los productores de gas natural de América del Norte están recibiendo, lo que pone de relieve el considerable atractivo de operar en Colombia.
El gobierno central, junto con su regulador la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANP) y el organismo industrial la Asociación Colombiana de Gas Natural (Naturgas) esperan que esto atraiga una inversión sustancial en la exploración y desarrollo de los recursos de gas natural del país andino. Naturgas espera que la producción aumente durante el 2024 y 2025, a medida que Canacol y Ecopetrol amplíen su producción de gas natural. Varios proyectos clave en desarrollo, en particular el descubrimiento de la Guajira Orca en el mar por parte de Ecopetrol, que debería entrar en funcionamiento en el 2025, ayudarán a compensar la disminución de la producción en los campos maduros de Chuchupa y Ballena.
En un importante comunicado de prensa de junio de 2020, el presidente de Naturgas, Orlando Cabrales Segovia, declaró:
“Las declaraciones de producción muestran que año tras año podemos aumentar la disponibilidad de gas natural con fuentes locales y así garantizar la seguridad energética. Con los incentivos adecuados para aumentar la producción, más el apoyo de las importaciones, el país puede mantener la tranquilidad de tener la oferta necesaria para satisfacer la demanda”.
Esto refleja el creciente optimismo que rodea a la industria del gas natural de Colombia y la capacidad de aumentar eventualmente las reservas y la producción para garantizar la seguridad energética. Reducirá también la necesidad de importaciones de GNL, mejorando aún más la seguridad energética y reforzando la capacidad del gobierno nacional para cumplir sus objetivos de energía limpia. Aunque todavía queda un largo camino por recorrer, hay indicios de que lo peor de la crisis del gas natural de Colombia ha pasado y las perspectivas son cada vez más positivas.