Tras las elecciones primarias celebradas en Ecuador el 7 de febrero, la carrera presidencial se redujo a dos candidatos, como es habitual en toda segunda vuelta electoral: Andrés Arauz con el 32,72%, candidato de la izquierda castro-chavista, el Foro de Sao Paulo y el Grupo Puebla, y Guillermo Lasso con el 19,74% por el Movimiento Creo y el Partido Social Cristiano, una candidatura de carácter liberal-conservador dada la pertenencia de Lasso al Opus Dei.
No se puede ignorar que Yaku Pérez disputó seriamente el segundo lugar para la segunda vuelta, aunque terminó en el tercer lugar por un pequeño margen, con el 19,38% más Xavier Hervás con el 15,38%. Sin embargo, lo que es significativo aquí es que tanto Pérez como Hervás eran también candidatos de izquierdas, aunque eran anticorreístas. Pérez alegó fraude y no dio su apoyo a Lasso, al igual que en las pasadas elecciones presidenciales de 2017, en las que se unieron para luchar contra el correísmo, en ese momento representado por el actual presidente Lenín Moreno.
Dada la similar votación de los candidatos de izquierda, Pérez y Hervás, supuse que Andrés Arauz doblaría a Guillermo Lasso en la segunda vuelta ya que la lectura que tenía era que Arauz sumaría para su causa a todo el electorado de izquierda. Afortunadamente, me equivoqué en mi lectura y acabó ocurriendo lo contrario, la mayoría del electorado de Pérez y Hervás se volcó en la candidatura de Lasso. Acabó obteniendo una sólida victoria del 52,36% sobre el 47,64% de Arauz, según datos del Consejo Nacional Electoral de Ecuador.
Derrota del candidato de Correa
Evidentemente, un sector importante del electorado ecuatoriano apoya las propuestas de izquierda, pero el sentimiento anticorreísta, sin duda, ha sido mayor y se convirtió en el factor fundamental a la hora de que los ecuatorianos decidieran su candidato a la hora de votar en esta segunda vuelta.
Otro factor que no puede perderse de vista es que durante el último mes de campaña, la influencia de Correa sobre el joven candidato obligó a Arauz a radicalizar su discurso y en lugar de ofrecer alternativas de gestión a los votantes, se refirió a la aprobación de proyectos de ley, al enfrentamiento con los «traidores» y cargó su discurso de retórica ideológica, lo que al final lo desconectó del electorado.
Lo que fue su autoliquidación en medio de su discurso neocomunista fue que adoptó la tesis de eliminar la dolarización de la economía ecuatoriana, sistema monetario implementado hace veinte años en el país durante la breve y polémica presidencia de Jamil Mahuad.
Por el lado de Lasso, tuvo la gran inteligencia de no involucrarse en la lucha ideológica ofrecida por Arauz, por el contrario, garantizó el mantenimiento de la economía dolarizada y adelantó sus propuestas electorales dentro de un amplio marco de agenda gubernamental. Es decir, no se limitó a las típicas propuestas liberal-conservadoras como la defensa de la propiedad privada y la familia, sino que incorporó el tema de la igualdad de la mujer en cuanto a oportunidades y salario, la protección a las madres solteras, así como abrazó la causa de los «LBGT+».
Ahora bien, la importancia de esta victoria es que es la primera vez desde 2006 que el correísmo castro-chavista es derrotado electoralmente. Por lo tanto, es sin duda un punto de inflexión histórico en Ecuador. Sin embargo, Lasso tiene un enorme reto: gobernar con un parlamento controlado por partidos de izquierda como Unión por la Esperanza, Pachakutik (de Yaku Pérez) y el partido Izquierda Democrática.
Cabe destacar que Guillermo Lasso tendrá el enorme peso que le obliga a realizar una excelente gestión gubernamental por el bien del Ecuador, de su propio gobierno, y a enterrar definitivamente el nefasto correísmo castro-chavista que tanto daño hizo a la democracia ecuatoriana. De esta manera, el objetivo de Lasso sería evitar que se repita la desafortunada experiencia de Argentina con Macri. Hoy solo queda felicitar a Lasso y desearle el mejor de los éxitos porque la historia dirá el resto.