México ha concedido asilo político a Evo Morales por razones humanitarias tras su renuncia como presidente de Bolivia el domingo, como resultado de las protestas y presiones de los militares.
Así lo informó el canciller Marcelo Ebrard, quien explicó que el asilo se otorga después de que Morales haya aceptado la oferta del gobierno del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. México ha pedido que se den garantías para que Morales pueda salir de su país.
Ebrard explicó que la decisión se toma “por la situación urgente que enfrenta en Bolivia, donde la vida y la integridad de [Evo Morales] están en riesgo”. El gobierno mexicano, dijo el canciller, se ha comunicado con la cancillería boliviana para que, “de acuerdo con el derecho internacional, proceda a otorgar el salvoconducto y las garantías correspondientes, así como garantías de que la vida, la integridad personal y la libertad del señor Morales no se verán amenazadas y de que podrá ser puesto a salvo”.
Desde su renuncia, Morales se ha refugiado en el Chapare, la región cocalera del centro del país, uno de sus principales baluartes, donde desarrolló su carrera como dirigente sindical.
La decisión de México es una sacudida en el tablero de ajedrez político de América Latina y el movimiento más decisivo del gobierno de López Obrador con respecto a la región desde que llegó al poder hace un año. El anuncio de Ebrard se produce poco después de que la Casa Blanca celebrara la renuncia de Morales, que, según dijo, envió un mensaje a los gobiernos de Venezuela y Nicaragua.
“América Latina ha sido testigo en su historia de acontecimientos deplorables y violentos en los que se rompe el orden constitucional y las autoridades elegidas democráticamente se ven obligadas a abandonar todo para proteger sus vidas y su seguridad. En numerosas ocasiones, por iniciativa o con la participación de las Fuerzas Armadas, cuya tarea principal es proteger el orden democrático”, dijo Ebrard.
El canciller ha argumentado que México “se ha caracterizado por su tradición de proteger a los solicitantes de asilo a lo largo de su historia. Ha demostrado ser un Estado inclusivo y solidario cuyas puertas se han abierto a aquellos que han tenido la necesidad de abandonar sus países debido a la persecución política y otras causas. En este sentido, el jefe de la diplomacia mexicana ha explicado que la decisión se basa en la Convención de La Habana sobre Asilo de 1928 y la Convención sobre Asilo Diplomático firmada en Caracas en 1954. La legislación mexicana también reconoce la concesión de asilo político en su Ley de Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político de 2011. La tradición a la que me refiero también se basa en el artículo 15 de nuestra Constitución. Vale la pena recordar que México ha sido tierra de asilo para personas como Giuseppe Garibaldi, José Martí, Luis Buñuel, León Felipe, Rigoberta Menchú y Víctor Raúl Haya de la Torre”.
“El otorgamiento de asilo es un derecho soberano del Estado mexicano que se ajusta a sus principios normativos en materia de política exterior de protección de los derechos humanos y respeto a la autodeterminación de los pueblos, la resolución pacífica de controversias y la no intervención”, insistió Ebrard en su declaración. “Ya hemos dado a conocer esta decisión a la Organización de los Estados Americanos, y la daremos a conocer a las Naciones Unidas invocando, de conformidad con los tratados y convenciones internacionales, la protección internacional de la vida, la libertad y la integridad de Evo Morales”, agregó.
Durante la rueda de prensa matutina de López Obrador, Ebrard había acusado al ejército boliviano de “violar el orden constitucional” al pedir la renuncia del presidente el domingo. El gobierno mexicano también ha criticado a la Organización de Estados Americanos (OEA), que denunció irregularidades en las elecciones del 20 de octubre, por guardar silencio ante la presión de los militares y ha asegurado que solicitará una reunión “urgente” de la organización para encontrar una salida a la crisis política que atraviesa el país. “Pedimos que la OEA establezca una posición lo antes posible. No al silencio”, dijo López Obrador en la conferencia de prensa que da cada mañana. La respuesta de la OEA no tardó en llegar. Pocos minutos después del final de la comparecencia del Ejecutivo mexicano, la organización estadounidense emitió un comunicado para rechazar “cualquier salida inconstitucional” de la situación.
Después de que Evo Morales denunciara el domingo que había una orden de arresto, México rápidamente tomó una posición y ofreció asilo al ex mandatario. Ebrard no ha dudado en describir lo que sucedió en Bolivia como un “golpe de Estado”. La convocatoria electoral de Morales en la madrugada del domingo fue, en opinión de la canciller, un primer buen gesto para “resolver disputas”.
La salida del poder de Evo Morales ha sacudido una región en permanente explosión en el último año. Las formas, sofocadas por las protestas populares y la presión de la policía y el ejército, han sacado a la luz los peores fantasmas de América Latina. No es de extrañar, pues, que México haya calificado lo ocurrido en Bolivia de “golpe de Estado”, en la línea de lo que dijo el ex presidente brasileño Lula da Silva y, más tarde, de gobiernos autoritarios como el de Venezuela, donde el dictador Nicolás Maduro ha salido a defender a uno de sus socios. Por el contrario, los presidentes conservadores, excepto Jair Bolsonaro, han guardado silencio.