En los días previos al 26º aniversario del atentado contra el centro judío de la AMIA en Buenos Aires, en el que murieron 85 personas en 1994, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, ha transmitido a los líderes judíos su deseo de poner fin a las décadas de litigio que siguieron al atentado, que se ha complicado por las acusaciones de corrupción y el probable asesinato del fiscal judío Alberto Nisman.
Hablando en un evento en línea el jueves con Dina Siegel Vann, la directora del Centro Belfer de la AJC para Asuntos Latinos y Latinoamericanos, Fernández dijo que “la condena del terrorismo no puede estar en discusión, como el Holocausto, no puede ser descuidado ni tolerado”.
Los comentarios de Fernández son significativos dado que su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, ha sido juzgada durante años por las acusaciones de haber conspirado con el gobierno iraní para encubrir la participación de Irán en el bombardeo.
El predecesor de Fernández, el conservador Mauricio Macri, adoptó una postura de línea dura en la investigación, prometiendo encontrar justicia para las víctimas del bombardeo y para la familia de Nisman, que fue encontrado muerto en su apartamento el día en que, en enero de 2015, debía presentar sus conclusiones en el caso.
Irán y Hezbolá, el grupo militante libanés, están vinculados desde hace tiempo al atentado, y siete personas -seis iraníes y un libanés- figuran en la lista de personas más buscadas por la Interpol desde 2007. Durante el evento en línea, Fernández dijo que la negativa de Irán a extraditar a los sospechosos ha sido un factor clave en el retraso de la investigación.
Argentina firmó un controvertido memorando de entendimiento con Irán en 2013, bajo la dirección de Cristina Fernández de Kirchner, en el que se establecía que ambos países investigarían conjuntamente el ataque. El acuerdo se anuló en 2015 después de que los críticos dijeran que violaba los principios de independencia del poder ejecutivo. Aunque Fernández se opuso al pacto en el pasado, el jueves dijo que era un esfuerzo para avanzar en la investigación.
“Incluso el memorándum con Irán, al que me opuse, fue una forma de resolver el problema”, dijo.
Fernández, ex abogado y profesor de derecho en la Universidad pública de Buenos Aires, reveló que una de las víctimas de la AMIA, Paola Czyżewski, era estudiante suya en ese momento.
“Era una estudiante muy buena”, dijo. “Paola tenía 21 años cuando el ataque la mató”.
El martes, Fernández se reunió con el presidente del grupo comunal judío AMIA y con Julio Barreiros, padre de Sebastián, quien a los 5 años fue la víctima más joven del ataque terrorista de 1994.
En la reunión en la residencia del presidente, el jefe de la AMIA, Ariel Eichelbaum, pidió el fin de la impunidad de los terroristas y pidió que se mantuvieran las alertas rojas de la Interpol sobre los acusados iraníes.
“Durante 26 años hemos vivido con esta impunidad y no hay ni una sola persona detenida por este crimen contra la humanidad”, dijo Eichbaum.
La última complicación en el caso de la AMIA es la inminente dimisión del juez implicado, que está alcanzando el límite de edad de 75 años para un juez federal a finales de este mes.
“El simple hecho de que se deba designar un nuevo juez que deberá leer y comprender esta enorme y compleja investigación es otra dificultad”, dijo el abogado de la AMIA, Miguel Bronfman, en un webinar organizado por la organización argentina Avoda el miércoles. “Este es otro elemento que me hace sentir que la justicia en este caso está lejos de ser obtenida”.
Este año, por primera vez, la conmemoración del ataque terrorista del 18 de julio no será en forma de una reunión masiva frente a la sede reconstruida de la AMIA, sino que estará en línea. Argentina ha estado en cuarentena obligatoria desde el 20 de marzo.
El evento incluirá mensajes de los familiares de las víctimas, líderes judíos y del ex primer ministro de España, Felipe González.
“Este año el reclamo es virtual pero nuestra causa sigue siendo tan real como siempre”, dijo la AMIA en un comunicado.