Hemos estado viendo la infraestructura deformada y los apagones en toda Venezuela durante años. El lamentable estado de las redes de Venezuela no es nada nuevo. Pero, la nueva cuarentena, y el aumento masivo del tráfico de la red que viene con ella, puede finalmente romper la Internet de Venezuela.
En la mayor parte del resto del mundo, aunque las redes están ciertamente bajo una presión sin precedentes, la gente ha sido capaz de usar la Internet libremente. La coordinación entre los proveedores de servicios de Internet, las plataformas y los administradores de aplicaciones, junto con el enfoque desregulador adoptado por la Comisión Federal de Comunicaciones, han creado un entorno de la flexibilidad necesaria para superar la cuarentena.
Por ejemplo, Netflix ya ha respondido al aumento del tráfico en la Unión Europea limitando voluntariamente la resolución de la reproducción de vídeos a 480p, estimando que la limitación reduciría el tráfico de Netflix en un 25%, manteniendo al mismo tiempo “un servicio de buena calidad para nuestros miembros”. Por el contrario, según se informa, durante los primeros cinco días de la cuarentena, el tráfico de Netflix en Venezuela se duplicó con creces, mientras que el tráfico de WhatsApp, TikTok y Twitter creció alrededor de un 40% cada uno.
Esto no sería necesariamente un problema si el “presidente” venezolano Nicolás Maduro hubiera invertido adecuadamente en la infraestructura de la red. En su lugar, estos picos de uso encuentran una red no preparada, plagada de falta de inversión y negligencia. El Índice Global Speedtest de febrero de 2020 muestra que las velocidades de la banda ancha fija de Venezuela ocupan el puesto 175 (el segundo peor del mundo) y las velocidades de la banda ancha móvil el 139. Aun así, Maduro ha hecho que “se prohíba cortar los servicios de telecomunicaciones en el país durante los próximos seis meses”, obligando de hecho a empresas como AT&T, Movistar y Digitel a operar con pérdidas. Aún peor, a los proveedores de servicios de internet venezolanos no se les permite tomar acciones independientes para mantener la estabilidad de la red.
Hay muchas causas para el deterioro de la red de Venezuela. Casi todas ellas tienen sus raíces en el despótico régimen socialista de Maduro. Como José Miguel de Viana, ex presidente de Movilnet, dijo a Bloomberg, “al forzar a los operadores a limitar las tarifas, no pueden pagar la capacidad necesaria para manejar los aumentos de uso”.
Además, la casi total dependencia económica de Venezuela del petróleo y el gas ha tenido consecuencias desastrosas. Los ingresos tributarios anuales que son impulsados por los ingresos del petróleo y el gas han caído por debajo de los 2.000 millones de dólares. La disminución ha sido etiquetada como una “implosión” ya que la producción ha disminuido alrededor del 70% a unos 700.000 barriles por día. En un país en el que la escasez de alimentos y medicamentos es común, la inversión en infraestructura de red está lejos de ser la primera prioridad del régimen de Maduro.
Las fallas en la infraestructura de la red de Venezuela solo han sido exacerbadas por la directiva de Maduro. Al prohibir a los proveedores de servicios de telecomunicaciones que limiten o corten los servicios, el régimen de Maduro ha impedido a los proveedores de servicios hacer casi cualquier cosa de forma independiente para gestionar la congestión de la red sin precedentes. Por ejemplo, no permitir que las empresas de transmisión de video limiten independientemente la resolución de la reproducción, como lo han hecho en otros lugares, tiene el potencial de crear retrasos y caídas de los paquetes de Internet más esenciales que van a lugares como los hospitales.
La transmisión de vídeo, los juegos multijugador y las aplicaciones entre pares requieren una gran cantidad de ancho de banda para funcionar correctamente y pueden imponer un retraso considerable al resto del tráfico. Lógicamente, en una crisis, estos son los servicios no esenciales que pueden ser razonablemente limitados o limitados temporalmente para mejorar significativamente la congestión. Sin embargo, son muchos de estos tipos de servicios los que el régimen de Maduro ha impedido responder a la crisis sin autorización expresa. En un esfuerzo por aplacar una población cada vez más descontenta, Maduro ha decidido apoyar las plataformas no esenciales, incluyendo Netflix, a expensas de los servicios sociales más esenciales. Todo esto en nombre de la “igualdad de la red”.
Lo que está sucediendo en Venezuela hoy en día es una demostración de la importancia de un marco regulatorio de toque ligero con respecto a la discriminación en las redes en los Estados Unidos. La reapertura del Orden de Restauración de la Libertad de Internet por la FCC ha revigorizado el debate sobre la llamada “neutralidad de la red”. Venezuela estaría mejor servida durante esta crisis si permitiera a los proveedores de servicios manejar libremente sus redes. Más importante aún, el gobierno centralizado que intenta manejar la red tiene el potencial de poner en peligro más vidas de lo que hubiera sido de otra manera.