Arabia Saudita acogerá el primer Foro Mundial sobre Seguridad Cibernética (GCF) del mundo para abordar las amenazas, los desafíos, los riesgos y las oportunidades cibernéticas que ayudarán al reino a colaborar con la comunidad internacional para “construir un mundo cibernético seguro, resistente y próspero para todos”.
El evento, que se presentará el martes en la capital Riad, está organizado y auspiciado por la Autoridad Nacional de Ciberseguridad del Reino (NCA) bajo el patrocinio del Rey Salman Bin Abdulaziz, y se espera que reúna a más de 1.000 figuras de todo el mundo, incluyendo funcionarios gubernamentales, académicos y líderes empresariales internacionales.
La conferencia, que durará dos días, se centrará en cinco temas destacados que afectan al futuro del ámbito de la seguridad cibernética: la industria cibernética, las amenazas y la resistencia cibernéticas, la cultura cibernética, la colaboración cibernética internacional y la perturbación cibernética.
Aunque la conferencia es muy pertinente para la creciente importancia de la seguridad cibernética en la época contemporánea, y se celebra el mismo año en que Arabia Saudita acoge la próxima Cumbre del G-20 en Riad en noviembre, resulta sorprendentemente irónica dada la actual controversia sobre la piratería informática en la que está envuelto el reino.
Durante el mes pasado, el príncipe heredero saudí Mohammed Bin Salman ha sido acusado de piratear el teléfono del director general de Amazon, Jeff Bezos, principalmente mediante el uso de spyware enviado en un mensaje de WhatsApp, con el fin de obtener información para utilizarla como ventaja para el multimillonario. Tras la revelación, que ha sido negada por Arabia Saudita, se ha temido que otras figuras y políticos mundiales pudieran también verse comprometidos.
Por mucha verdad que haya en los informes, se ha descubierto que Arabia Saudita utiliza programas de espionaje israelíes para los disidentes en el extranjero y los que son críticos con la monarquía, el gobierno y sus políticas.
El año pasado se reveló que Arabia Saudita ha sido uno de los principales clientes de los programas de espionaje y los ha utilizado para reunir información sobre ciudadanos, críticos y disidentes, incluso para amasar detalles del periodista saudí Jamal Khashoggi en el período previo a su asesinato en el consulado saudí de Turquía en octubre de 2018.