El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, exigió el martes a Estados Unidos que financie una fuerza de tropas turcas que pueda vigilar el aeropuerto de Kabul cuando las fuerzas estadounidenses completen su retirada de Afganistán.
Al parecer, Erdogan dijo que Turquía tiene en realidad tres requisitos para “hacerse cargo de la gestión del aeropuerto de Kabul”, incluyendo el apoyo diplomático estadounidense y el traspaso de la infraestructura militar de Estados Unidos en Afganistán a las fuerzas turcas.
“Habrá serias dificultades financieras y administrativas”, añadió Erdogan, diciendo que Estados Unidos “dará el apoyo necesario a Turquía también en este aspecto”.
Erdogan hizo caso omiso de las enérgicas objeciones de los talibanes a cualquier presencia militar extranjera continuada en Afganistán. La semana pasada, los talibanes advirtieron de las graves “consecuencias” de cualquier plan “reprobable” de proteger el aeropuerto con tropas extranjeras.
Los talibanes denunciaron la propuesta como “desacertada, una violación de nuestra soberanía e integridad territorial y contraria a nuestros intereses nacionales”.
“En el comunicado de los talibanes no aparece la frase ‘no queremos a Turquía’”, respondió Erdogan al ser preguntado por la amenaza el lunes.
El comunicado de los talibanes se titulaba literalmente “Declaración del Emirato Islámico sobre la extensión de la ocupación de las fuerzas turcas en Afganistán”, y en él se pedía específicamente a Turquía que retirara todas las tropas de suelo afgano.
Erdogan también replicó a los talibanes instándoles a “poner fin a la ocupación del suelo de sus hermanos y mostrar al mundo que la paz prevalece en Afganistán de inmediato”, una petición que los violentos extremistas islámicos probablemente no cumplirán ni aceptarán con buen humor.
Los talibanes declararon en junio que consideran a los aproximadamente 500 soldados turcos en Afganistán como “parte de las fuerzas de la OTAN durante los últimos 20 años”, y que esperan que “se retiren de Afganistán sobre la base del acuerdo que firmamos con Estados Unidos el 29 de febrero de 2020”, junto con el resto de los soldados de la OTAN.
“Por lo demás, Turquía es un gran país islámico. Afganistán ha tenido relaciones históricas con él. Esperamos tener estrechas y buenas relaciones con ellos cuando se establezca un nuevo gobierno islámico en el país en el futuro [sic]”, añadió un portavoz talibán en junio. Erdogan y su gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) son abiertamente islamistas.
Erdogan dijo el martes que entiende que los talibanes tengan algunas “incomodidades” con su plan aeroportuario, pero dijo que el “proceso” se discutirá con los líderes talibanes. Dijo que los talibanes deberían “mantener estas conversaciones mucho más cómodamente con Turquía” que sus anteriores negociaciones con Estados Unidos, subrayando la solidaridad musulmana contra las “potencias imperiales” e insinuando que Turquía ha apoyado la resistencia talibán contra la ocupación estadounidense durante los últimos veinte años.
Reuters sugirió que Erdogan espera poder “calmar los vínculos con Estados Unidos, que están tensos en varios frentes, incluida la compra [por parte de Turquía] de los sistemas de defensa de misiles rusos S-400”, ofreciéndose a defender el aeropuerto de Kabul. La compra de misiles viola el protocolo de la OTAN, y no son interoperables con los demás ejércitos del pacto.
Si éste era realmente el objetivo de Erdogan, podría haberse abstenido de insistir en que Estados Unidos financie la operación, de sugerir que Turquía apoyó dos décadas de terrorismo talibán asesino contra las tropas estadounidenses y de hacer sus declaraciones el martes desde la isla de Chipre, donde Turquía insiste en que un mítico gobierno pro-turco no reconocido por ninguna otra potencia controla la mitad de los bienes inmuebles. El día antes de que Erdogan pidiera a Estados Unidos que pagara por las tropas turcas en Afganistán, prometió gastar sumas cuantiosas en la construcción de un nuevo complejo gubernamental para los turcochipriotas.
El gobierno afgano se ha mostrado algo indeciso ante la propuesta de Turquía. El presidente Ashraf Ghani insistió recientemente en que la seguridad de los aeropuertos es “responsabilidad exclusiva de la República Islámica de Afganistán”, aunque admitió que “cualquier ayuda ofrecida por naciones amigas es importante”.
Otros funcionarios afganos agradecieron a Turquía su apoyo en julio y expresaron su aprecio por las negociaciones de Ankara con los talibanes. El gobierno de Ghani parece nervioso por defender sus activos en Kabul de los ataques de los talibanes, y consciente de que el apoyo del resto del mundo se convertirá en un problema si el aeropuerto Hamid Karzai sufre graves daños o se ve obligado a cerrar, pero también le preocupa depender de forma demasiado evidente de las fuerzas extranjeras o admitir que sus propias tropas no pueden defender Kabul.
El ministro turco de Defensa, Hulusi Akar, insistió la semana pasada en que se han hecho progresos en las conversaciones con la administración Biden para que Turquía asegure el aeropuerto de Kabul. Akar dijo que “se trazó un marco y se sigue trabajando en campos específicos”.
El Pentágono y el Departamento de Estado reconocieron que hay conversaciones en curso y acogieron con satisfacción “el papel constructivo de Turquía”, sin proporcionar detalles sobre el estado de esas negociaciones. Como mínimo, en Washington no hay mucho entusiasmo por enviar tropas estadounidenses para proteger el aeropuerto, y como miembro de la OTAN, Turquía podría ser la opción menos desagradable.