Europa se enfrenta a otra crisis humanitaria a sus puertas, esta vez en la frontera con Bielorrusia. Al igual que antes, muchos de los migrantes que esperan cruzar a la Unión Europea proceden de Oriente Medio, y este episodio afecta sobre todo a los kurdos iraquíes, según los informes. A diferencia de 2015, no huyen del ISIS ni de la guerra, sino que escapan de una situación originada por la mala praxis política y el abandono de su propio gobierno. Y Europa y Estados Unidos han contribuido a agravar la crisis.
Según informes recientes, hay unos 5.000 migrantes varados en la frontera bielorrusa con Polonia. Estos migrantes viajan a Bielorrusia porque es uno de los pocos destinos en los que los ciudadanos iraquíes pueden obtener visados a su llegada, un cambio reciente realizado por el presidente bielorruso Alexander Lukashenko con el fin de militarizar la cuestión migratoria en represalia por las críticas de la Unión Europea (UE) a su historial de derechos humanos. Bielorrusia tiene una larga frontera con Polonia y se considera una vía más segura para llegar a la UE en comparación con la ruta del Mar Egeo. En respuesta, Polonia ha desplegado 15.000 soldados en su frontera para impedir que estos refugiados entren en el país. Varios refugiados han muerto al deteriorarse las condiciones meteorológicas.
Como miembro del Consejo de Representantes de Irak, recibí decenas de llamadas de mis electores pidiendo ayuda para sus seres queridos en la frontera de Bielorrusia. Traté con otros refugiados kurdos que acabaron en la ciudad siria de Azaz, bajo el control de los rebeldes sirios. Hubo refugiados kurdos en Libia, que fueron de los casos más complicados de resolver. Los refugiados kurdos también sufrieron en campos de refugiados italianos o franceses. A pesar de estos riesgos, el número de familias kurdas que abandonan la región con destino a Europa sigue creciendo día a día.
Para reducir la presión en la frontera bielorrusa, en agosto de 2021, el gobierno iraquí decidió detener los vuelos directos entre Irak y Bielorrusia y suspendió la tramitación de visados bielorrusos. Además, lanzó una campaña de concienciación para explicar los riesgos asociados a la migración irregular, pero estas medidas no han convencido a la gente de hacer el intento utilizando rutas alternativas a través de Beirut o Estambul. Los migrantes publican vídeos y actualizaciones en Facebook, maldiciendo al Gobierno Regional del Kurdistán (GRK) y expresando su determinación de llegar a Europa a cualquier precio. De hecho, un anciano refugiado kurdo iraquí en la localidad francesa de Dunkerque apareció recientemente en las redes sociales diciendo que “no hay esperanza en el Kurdistán… Ahora estamos endeudados, pero cuando lleguemos [al Reino Unido], va a ser bueno… Animo a todos a venir”.
Pero, ¿por qué estas personas lo arriesgan todo para llegar a Europa? En los últimos años, las familias kurdas de clase media de la región del Kurdistán iraquí se han enfrentado a una crisis financiera devastadora, que agravó la desigualdad y la injusticia preexistentes. Los empleados del Gobierno Regional del Kurdistán llevan meses sin cobrar sus salarios y han sufrido recortes de hasta el 50% en medio de las disputas con Bagdad por el reparto de los ingresos del petróleo. El desempleo está en su punto más alto, y el gobierno ofrece pocas prestaciones como red de seguridad social. Los precios del combustible, los productos básicos y los inmuebles se han disparado y muchos servicios públicos se están privatizando, como la electricidad, la sanidad y la educación. Los ingresos de las familias kurdas medias siguen disminuyendo, pero los precios suben. Muchos de estos cambios se impulsan bajo las directrices del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, los llamados paquetes de reformas del GRK. Estos son aclamados por la UE y Estados Unidos, y piden al GRK que haga aún más. Estas reformas neoliberales no son las razones principales de la pobreza en la región del Kurdistán, pero han exacerbado la creciente desigualdad. La élite gobernante ha sido criticada por observadores locales e internacionales por la corrupción, el nepotismo y el empleo de monopolios. Pero en el pasado, a pesar de la corrupción, el público disfrutaba de combustible subvencionado por el gobierno, asistencia sanitaria gratuita, educación gratuita, préstamos gubernamentales para proyectos de vivienda y agricultura, y gozaba de cierto optimismo político gracias a un parlamento más activo y una prensa libre. Pero últimamente todo esto se ha quedado en el camino.
Sin embargo, la UE y Estados Unidos siguen apoyando al Gobierno Regional del Kurdistán, prefiriendo guardar silencio ante todos sus abusos contra la democracia y el Estado de Derecho. Por lo tanto, mucha gente los ve como cómplices de esos abusos al apuntalar a la élite gobernante kurda. La gente sabe que Estados Unidos y la UE permiten a los políticos kurdos comprar fincas y empresas en Occidente con decenas de millones de dólares de fondos obtenidos de forma corrupta. El mes pasado, cuando me presenté de nuevo a las elecciones, muchos de mis electores me dijeron que confiaban en mí, pero que no querían votar a nadie porque creían que las elecciones con la actual élite gobernante no cambiarían nada para ellos. Se debatían entre dos opciones: eliminar a los actuales partidos gobernantes por la fuerza o abandonar el país para siempre.