Las autoridades de Líbano advirtieron de una nueva ola de casos de coronavirus después de que el número llegara a su punto máximo más de un mes después, ya que el gobierno suavizó algunas restricciones en la vida pública.
Desde mediados de marzo, el país ha estado bloqueado para responder al brote, que infectó a 859 personas y se cobró 26 vidas.
El Líbano comenzó a levantar las restricciones la semana pasada como parte de un plan a más largo plazo para abrir restaurantes, peluquerías, obras de construcción y otros negocios de menor capacidad.
Pero el gobierno podría cerrar el país de nuevo para evitar cualquier rebrote, y el Consejo Supremo de Defensa del Líbano debería reunirse el martes.
El aeropuerto de Beirut ha estado cerrado durante casi dos meses, con la excepción de miles de expatriados que regresan a casa, algunos de los cuales han contribuido a un aumento de las infecciones. Se espera que aumente el número de vuelos para la repatriación de libaneses.
Tras la caída, que el Gobierno acogió con satisfacción como un éxito, el Ministerio de Salud registró 36 nuevas infecciones el domingo, el mayor aumento en al menos un mes, y otras 14 el lunes.
El Ministerio había pedido a los libaneses que mantuvieran la paciencia y cumplieran las normas de seguridad para evitar una segunda oleada.
Más de 10 personas se infectaron después de que un expatriado que regresó de Nigeria la semana pasada recibiera una visita, dijo un portavoz del ministerio. Una persona que mostró resultados negativos a su llegada no siguió las normas de auto-aislamiento.
Uno de los infectados, un soldado del ejército, llevó el virus a un tribunal militar, donde otros 13 también lo contrajeron.
El Ministerio del Interior extendió el toque de queda de 7 p.m. a 5 a.m., advirtiendo que la mayoría de las compañías podrían tener que cerrar de nuevo si el peligro persiste.
La pandemia ha exacerbado la angustia en el Líbano, que ya se enfrenta a una crisis financiera que ha reducido el valor de su moneda a más de la mitad desde finales del año pasado.