KABUL, Afganistán (AFP) – El argumento de los islamistas talibanes para el pueblo afgano siempre ha sido sencillo: la vida bajo su gobierno de línea dura por fin traería seguridad tras décadas de guerra.
Los talibanes, famosos por el uso de terroristas suicidas durante su insurgencia, se encargarán de evitar el mismo tipo de ataques ahora que están en el poder.
Las explosiones reivindicadas por el Estado Islámico en el aeropuerto de Kabul el jueves, en las que murieron al menos 95 afganos y 13 soldados estadounidenses, son una primera prueba.
“Los atentados de anoche han demostrado una vez más que ningún grupo puede reclamar el monopolio de la violencia en Afganistán ni pretender asegurarlo”, afirmó Abdul Basit, investigador de la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam de Singapur.
El portavoz de los talibanes, Bilal Karimi, dijo a la AFP tras el ataque que el IS “será derrotado”.
Pero eludió su propio papel en la liberación de algunos de sus prisioneros.
Durante el bombardeo talibán, que terminó con la toma de Kabul el 15 de agosto, surgió un patrón familiar: cuando cada ciudad caía, los jihadistas se dirigían a las prisiones.
Una serie de fugas en las cárceles
Con miles de experimentados combatientes talibanes entre rejas en todo Afganistán, la táctica se centró en permitir al grupo reponer sus mermadas filas.
Pero, en contra del gusto de los talibanes, también se liberó a otros, entre los que se encontraban militantes curtidos en mil batallas de la filiar Afganistán-Pakistán del Estado Islámico (ISIS-K).
Ambos bandos, pertenecientes a diferentes ramas teológicas del pensamiento jihadista de línea dura, se han enfrentado durante años en sangrientos choques en Afganistán.
La oleada de fugas de cárceles parece haber sido cada vez más un error letal: sembrar el futuro campo de batalla con los enemigos de los talibanes, mientras que sus propias fuerzas están al límite.
Antes del ataque al aeropuerto de Kabul, los talibanes ya intentaban distanciarse de la debacle carcelaria, culpando al ex presidente Ashraf Ghani, que ha huido del país.
“Somos prudentes y cuidadosos porque los prisioneros de Daesh (ISIS) huyeron de la cárcel y se esconden ahora después de que los funcionarios de la administración de Kabul abandonaran sus puestos”, dijo el portavoz talibán Suhail Shaheen a la cadena pakistaní Geo News esta semana.
Shaheen dijo que los talibanes eran conscientes de los informes sobre la amenaza inminente que supone el grupo, ya que una serie de gobiernos occidentales advirtieron que el IS tenía como objetivo el aeropuerto.
“Nuestro departamento de inteligencia y las fuerzas de seguridad están activos para evitar un incidente de este tipo que puede causar la pérdida de vidas humanas”, añadió Shaheen.
Fallas de seguridad
Los talibanes también han señalado a Washington, diciendo que la seguridad en la zona de las explosiones estaba controlada por Estados Unidos.
Sus miembros siguen ocupando una red de puestos de control que conducen al aeropuerto, pero una tierra de nadie poco segura los separa de las tropas estadounidenses que vigilan las puertas.
Con la retirada de los estadounidenses en cuestión de días, los talibanes tendrán pocas excusas para seguir adelante.
Durante su último gobierno en la década de 1990 y en las zonas controladas por los talibanes en los últimos años, el grupo islamista radical ha sido conocido por impartir una justicia rápida pero de mano dura, a diferencia del gobierno que ha derrocado.
Pero la incapacidad de evitar futuros atentados puede erosionar la escasa confianza pública que han conseguido desde que capturaron la capital.
“Los puestos de control talibanes que salpican la ciudad no lograron atrapar a los autores del atentado en el aeropuerto de Kabul”, afirmó Nishank Motwani, analista afgano afincado en Australia. “Pero eso se basa en la suposición de que los talibanes pretendían proporcionar seguridad en primer lugar para proteger vidas”.
No hay diferencias entre el ISIS y los talibanes, ya que los atentados en el aeropuerto dejan al descubierto una lucha de años entre los conjuntos jihadistas rivales.
El ISIS-K ha sido responsable de algunos de los atentados más mortíferos de los últimos años, incluyendo una serie de horribles explosiones en mezquitas, escuelas, mítines e incluso hospitales.
Los talibanes, sin embargo, siguen confiando en su capacidad para doblegar al grupo, e incluso después de la matanza del jueves por la noche en el aeropuerto quieren convencer a los afganos de que estarán seguros bajo su gobierno.
“La gente debe dejar de abandonar Afganistán y salir al extranjero”, dijo el portavoz talibán Karimi. “Ahora están a salvo”.