Los países musulmanes trataron de responder a la creciente crisis económica y humanitaria de Afganistán, mientras el vecino Pakistán inauguraba el domingo una reunión extraordinaria de la Organización de Cooperación Islámica.
La emergencia en Afganistán, donde millones de personas se enfrentan al hambre a medida que se acerca el invierno, ha provocado una creciente alarma, pero la comunidad internacional ha tenido dificultades para dar una respuesta coordinada dada la reticencia de Occidente a ayudar al gobierno talibán, que tomó el poder en agosto.
“A menos que se tomen medidas de inmediato, Afganistán se dirige hacia el caos”, dijo el primer ministro de Pakistán, Imran Khan, en su discurso de apertura, añadiendo que podría producirse una crisis de refugiados y más violencia del Estado Islámico. “El caos no conviene a nadie”, dijo.
En la reunión de dos días en Islamabad participan también representantes de Naciones Unidas y de instituciones financieras internacionales, así como de potencias mundiales como Estados Unidos, la Unión Europea y Japón.
El ministro de Asuntos Exteriores en funciones de los talibanes, Amir Khan Muttaqi, también asiste, aunque hasta ahora ningún país ha reconocido oficialmente a la nueva administración de Kabul.
Los funcionarios talibanes han pedido ayuda para reconstruir la destrozada economía de Afganistán y alimentar a más de 20 millones de personas amenazadas por el hambre. Algunos países y organizaciones de ayuda han comenzado a entregar la ayuda, pero el casi colapso del sistema bancario del país ha complicado su trabajo.
Más allá de la ayuda inmediata, Afganistán necesita ayuda para garantizar la estabilidad económica a largo plazo. Mucho dependerá de si Washington está dispuesto a levantar las sanciones contra los líderes talibanes, que han hecho que muchas instituciones y gobiernos rehúyan los tratos directos con su gobierno.
“Deben desvincular al gobierno talibán de los 40 millones de ciudadanos afganos”, dijo Khan.
Los talibanes, que estuvieron en el poder por última vez en 2001, han declarado una amnistía para los antiguos funcionarios del gobierno y han dicho que nunca permitirán que Afganistán se utilice como base para ataques a otros países.
Pero se han enfrentado a fuertes críticas por mantener a las mujeres y las niñas fuera del empleo y la educación, excluir a amplios sectores de la sociedad afgana del gobierno y han sido acusados de pisotear los derechos humanos, así como de atacar a antiguos funcionarios a pesar de su promesa de amnistía.