BEIRUT – El primer ministro libanés saliente, Saad Hariri, retiró el martes su candidatura para primer ministro, diciendo que esperaba despejar el camino para una solución al estancamiento político en medio de semanas de protestas antigubernamentales.
Renunció hace casi un mes en respuesta a las protestas masivas provocadas por una grave crisis financiera. Su renuncia satisfizo una demanda clave de los manifestantes contra el gobierno del Líbano, pero sumió al país en la incertidumbre, sin un camino claro para resolver sus problemas económicos y políticos.
Los políticos no han logrado ponerse de acuerdo sobre la forma de un nuevo gobierno, con Hariri insistiendo en encabezar un gobierno de tecnócratas, mientras que sus oponentes, incluido el grupo militante Hezbolá, insisten en un Gabinete compuesto tanto por expertos como por políticos.
En una declaración emitida por su oficina, Hariri pidió al presidente Michel Aoun que celebrara rápidamente consultas con los jefes de los bloques parlamentarios para nombrar un nuevo Primer Ministro. Insistió en que se necesita un nuevo gobierno formado por expertos para sacar al Líbano de la crisis y “responder a las aspiraciones de los jóvenes, hombres y mujeres” que han estado protestando en las calles.
También criticó indirectamente a Aoun por considerarlo responsable del retraso en la formación del gobierno.
Hariri, apoyado por Occidente, había servido en un gobierno de unidad nacional dominado por facciones rivales aliadas con Hezbolá, apoyado por Irán, cuyos partidarios han atacado repetidamente a los manifestantes en las últimas semanas.
No hubo una respuesta inmediata a la declaración de Hariri por parte de Aoun o Hezbolá. El líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, ha dicho que quiere que Hariri permanezca como primer ministro.
Según la Constitución, Aoun debe celebrar consultas vinculantes con los jefes de los bloques parlamentarios para pedirles que elijan a un nuevo primer ministro. Hasta ahora se ha abstenido de convocar tales consultas, a la espera de un acuerdo entre las facciones sobre un primer ministro.
Según el sistema confesional libanés de reparto de poder, el presidente es cristiano, el primer ministro es musulmán sunita y el presidente del parlamento es chiíta.