Los talibanes anunciaron el lunes que habían capturado un distrito clave en la provincia septentrional de Kunduz y que sus fuerzas habían rodeado la capital de la provincia, los últimos avances en el campo de batalla de la implacable campaña emprendida por los extremistas islamistas contra el gobierno internacionalmente reconocido de Kabul, mientras las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN se preparan para poner fin a su intervención de 20 años en Afganistán.
“Decenas de distritos han caído en manos de los talibanes desde el 1 de mayo. Al igual que el distrito de Imam Sahib, en el norte de Kunduz, su importancia suele radicar en su proximidad a las carreteras y a las principales ciudades. Imam Sahib está estratégicamente situado cerca de la frontera norte de Afganistán con Tayikistán, una ruta de suministro clave desde Asia Central”, señaló la agencia de noticias iraní Tasnim.
Los talibanes habrían capturado el distrito de Imam Sahib a primera hora de la tarde del lunes tras dos días de intensos combates. Las fuerzas talibanes habrían logrado tomar la sede del gobierno y de la policía en el distrito a los soldados del Ejército Nacional Afgano que luchaban junto a los oficiales de la policía local.
Según Tasnim, los talibanes controlan ahora varios distritos de Kunduz y están a punto de controlar el transporte local, lo que hace que un número creciente de residentes huya de Kunduz hacia Kabul.
“Los talibanes estaban por toda la carretera, controlando los coches. Teníamos mucho miedo”, dijo uno de esos refugiados.
Las cuentas de los talibanes en las redes sociales publicaron vídeos de tropas gubernamentales afganas rindiéndose, recibiendo pagos en efectivo de los talibanes y regresando a casa. Funcionarios del gobierno afgano insistieron en que las tropas policiales y militares libraron una dura batalla con importantes bajas, aunque no hicieron público el recuento detallado de muertos y heridos.
Funcionarios provinciales admitieron el lunes a Khaama Press que los talibanes tomaron otros distritos clave durante el fin de semana y que los insurgentes están cerca de controlar las principales carreteras que unen Kabul con las provincias del norte de Afganistán.
Al menos 11 distritos cayeron en manos de los talibanes durante el fin de semana, lo que provocó la huida de casi toda la población de algunas ciudades. Los habitantes de Faryab, cerca de la frontera con Turkmenistán, advirtieron que los talibanes están “a las puertas” y que la capital, Maimana, podría caer pronto.
El Ministerio de Defensa afgano dijo el lunes que se han enviado refuerzos a Maimana, pero los residentes locales no estaban tranquilos, señalando otras ciudades tomadas por los talibanes mientras las tropas gubernamentales se retrasaban inexplicablemente. Los escépticos residentes del norte se quejaron de que, incluso cuando llega el ejército afgano, sus tropas tienden a rendirse o a retirarse con una resistencia mínima.
Funcionarios afganos afirmaron que los civiles de las provincias del norte están empezando a mostrar “disposición y voluntad de armarse y estar junto a las fuerzas de seguridad afganas”.
Los muyahidines, veteranos de la guerra de guerrillas de Afganistán contra los invasores soviéticos en la década de 1980, están prometiendo apoyo al nuevo movimiento de milicias. Los líderes muyahidines expresaron su desprecio por los talibanes, a los que consideran marionetas de intereses extranjeros como Pakistán, y afirmaron que tienen suficiente munición y mano de obra leal para ayudar a rechazar la ofensiva talibán.
El presidente del Parlamento, Rahman Rahmani, y algunos legisladores del norte de Afganistán instaron el lunes a la creación de un “alto consejo de combate” que ayude a movilizar y entrenar a las “fuerzas de levantamiento público” contra los talibanes.
Los legisladores criticaron sin rodeos a Kabul por no hacer lo suficiente para reforzar la moral pública y militar contra la embestida talibán, que, según Rhamani, incluye tácticas de “guerra psicológica”, como exagerar enormemente su número para que los pueblos objetivo se rindan sin luchar.
“Habría que preguntar al gobierno por qué se han entregado distritos sin resistencia”, dijo un diputado descontento. Otros criticaron a los “líderes superficiales” del gobierno y el ejército afganos por debilitar la moral al evitar el frente, y por no hacer lo suficiente para contrarrestar la malévola influencia extranjera.
“La gestión de la guerra es débil porque no mantienen a un comandante dos meses en una misma misión. Se les despliega de un lugar a otro y de ese lugar a otro más. Todo el tiempo pasa durante estas reorganizaciones”, se quejó el diputado Amir Mohammad Khaksar.