Estados Unidos teme que los terroristas del Estado Islámico (ISIS) puedan apuntar a las fuerzas estadounidenses en Afganistán para cometer nuevos atentados, tras el masivo ataque suicida del jueves cerca del aeropuerto de Kabul que dejó al menos 108 muertos, entre ellos 13 miembros del servicio estadounidense.
El ataque marcó el día más mortífero para las fuerzas estadounidenses en Afganistán desde 2011.
Setenta y dos afganos, entre ellos 28 talibanes, murieron en el atentado del ISIS, que según el grupo terrorista tenía como objetivo a las tropas estadounidenses y a sus intérpretes afganos.
Dieciocho miembros del servicio estadounidense heridos en el atentado de Kabul han sido evacuados del país.
Mientras las fuerzas estadounidenses se apresuran a completar su retirada de Afganistán antes de la fecha límite del 31 de agosto, altos funcionarios del Pentágono expresaron su preocupación por que el ISIS pueda volver a atacar objetivos estadounidenses en Afganistán.
Estos temores, según el general Frank McKenzie, jefe del Mando Central de Estados Unidos, han llevado a Estados Unidos a cooperar de forma limitada con los talibanes, contra los que Estados Unidos luchó durante dos décadas tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
McKenzie dijo que Estados Unidos estaba compartiendo algunos datos de inteligencia con los talibanes, y atribuyó a los talibanes la prevención de los ataques del ISIS contra las fuerzas estadounidenses.
“Estamos haciendo todo lo posible para estar preparados”, dijo McKenzie, añadiendo que “algunos ataques han sido frustrados” por los talibanes.
Unos 1.000 ciudadanos estadounidenses siguen en Afganistán a la espera de ser evacuados del país.