Turquía promulgó el viernes una normativa de reconstrucción para una región devastada por los terremotos de este mes, con el fin de que empresas u organizaciones benéficas puedan ayudar en la urgente tarea de construir nuevos hogares para los millones de personas que necesitan realojarse tras los devastadores temblores.
Más de 160.000 edificios, con 520.000 apartamentos, se derrumbaron o sufrieron graves daños en Turquía como consecuencia de los seísmos.
El número de muertos turcos por los temblores supera ya las 43.500 personas, mientras que en la vecina Siria, una nación ya destrozada por la guerra, el número de víctimas se acerca a las 6.000.
Seguridad antes que velocidad
El presidente turco Tayyip Erdogan se ha comprometido a reconstruir las viviendas en el plazo de un año, aunque los expertos han señalado que las autoridades deberían anteponer la seguridad a la rapidez. Algunos edificios destinados a resistir los temblores se derrumbaron en los últimos seísmos.
Muchos supervivientes han abandonado la región del sur de Turquía afectada o se han instalado en tiendas de campaña, casas-contenedor y otros alojamientos patrocinados por el gobierno.
Según la nueva normativa, particulares, instituciones y organizaciones podrán construir residencias y lugares de trabajo que podrán donar al ministerio de Urbanismo y esas propiedades se entregarán después a los necesitados, según un decreto presidencial publicado en el Boletín Oficial.
El ministro de Justicia, Bekir Bozdag, declaró a CNNTurk que 171 personas habían sido detenidas y 77 más se enfrentaban a penas de prisión en el marco de una investigación sobre edificios derrumbados en la zona del terremoto, relacionados con violaciones de los códigos de construcción.
“Todos los implicados rendirán cuentas ante los tribunales. Todos serán castigados según su responsabilidad”, declaró Bozdag.
Afirmó que podrían ser necesarios cambios legales para los delitos relacionados con los permisos de construcción y dijo que las autoridades deberían debatir castigos más severos y medidas disuasorias por violar las normas de zonificación, que dictan dónde y cómo se pueden construir edificios de forma más segura.
En Antakya, Saeed Sleiman Ertoglu, de 56 años, cargaba lo que quedaba de las existencias de su tienda de pipas de agua que no sufrió daños en los dos fuertes terremotos del 6 de febrero, seguidos de otro fuerte seísmo dos semanas después.
“La cristalería era muy bonita, más de lo normal, pero entonces tuvimos este (terremoto), y todo se estropeó”, dijo, después de que su casa y su tienda sobrevivieran a los primeros temblores, pero no al posterior. Calcula que sobrevivió el 5% de su mercancía.
“¿Qué podemos hacer? Esto es un acto de Dios, y la voluntad de Dios siempre trae regalos”, dijo.