Diseñado para destruir blindados y apoyar tropas terrestres, el A-10 destaca por su cañón GAU-8, su blindaje pesado y su versátil arsenal.
El A-10 fue creado para responder a las amenazas blindadas soviéticas
El desarrollo del A-10 Thunderbolt II comenzó como parte del programa A-X, impulsado por la necesidad de contar con una aeronave eficaz contra formaciones blindadas. Las lecciones de Corea y Vietnam revelaron que los aviones en servicio eran insuficientes para ofrecer apoyo aéreo cercano (CAS) en campos de batalla modernos. Los A-1 Skyraider, aunque resistentes, se volvieron obsoletos frente a las crecientes amenazas antiaéreas.
Durante los años 60, el Pentágono probó con el F-4 Phantom II, un caza multirrol, pero su velocidad y limitaciones en maniobrabilidad a baja altitud lo hacían inadecuado para el rol CAS. Esta situación, sumada al temor de una ofensiva terrestre soviética en Europa, motivó a la Fuerza Aérea a buscar una aeronave específica para eliminar tanques y resistir entornos hostiles. Fairchild Republic ganó la competencia del programa A-X en 1972, dando origen al A-10.
Diseñado desde cero para operar en baja cota, el Thunderbolt II adoptó una configuración robusta, con alas rectas, motores elevados y blindaje integral, convirtiéndose en una plataforma especializada de ataque terrestre.
Especificaciones clave del A-10 Thunderbolt II
- Longitud: 16,16 metros
- Envergadura: 17,53 metros
- Altura: 4,47 metros
- Velocidad máxima: 706 km/h
- Rango de combate: 463 km
- Techo operativo: 13.716 metros
- Superficie alar: 47 m²
- Empuje total: 18.130 libras con dos motores TF34-GE-100A
El GAU-8/A Avenger es el arma principal y distintiva del A-10

Una de las características más singulares del A-10 es su cañón rotativo GAU-8/A Avenger, de 30 mm, fabricado por General Electric. Esta pieza, de casi seis metros de longitud, ocupa el eje frontal del avión y representa el 16% del peso vacío total. Capaz de disparar hasta 3.900 proyectiles por minuto, en la práctica se limita a ráfagas cortas para evitar daños estructurales y sobrecalentamiento.
El GAU-8 emplea munición de uranio empobrecido o explosiva incendiaria, capaz de perforar blindaje pesado. Con una precisión de impacto de 80% dentro de un radio de 12 metros desde 1.200 metros de distancia, esta arma fue diseñada para destruir tanques y vehículos acorazados enemigos con precisión quirúrgica.
El avión está estructurado alrededor del cañón: el tren de aterrizaje delantero se sitúa de forma asimétrica para dejar espacio al tambor de municiones, con capacidad para almacenar hasta 1.174 proyectiles.
La integración de esta arma convierte al A-10 en una de las plataformas más letales para el combate terrestre, especialmente en escenarios con presencia de blindados enemigos.
El arsenal del A-10 incluye bombas, misiles y munición de precisión
Además del GAU-8, el A-10 puede transportar hasta 7.257 kilogramos de armamento en once puntos de anclaje externos. Entre las municiones más comunes figuran las bombas de racimo CBU, que dispersan submuniciones explosivas sobre áreas amplias, y bombas de efectos combinados diseñadas para causar daño a una variedad de objetivos, desde fortificaciones hasta personal expuesto.
Para ataques de alta precisión, el Thunderbolt II emplea misiles AGM-65 Maverick, guiados por infrarrojo o electroóptica. Estos misiles, usados extensamente durante la Guerra del Golfo, permiten destruir objetivos móviles o fortificados. También puede lanzar bombas guiadas por láser Paveway y JDAM con guía GPS e inercial.

El A-10 está equipado para desplegar cohetes de 2,75 pulgadas Hydra 70, tanto en versión no guiada como en su variante APKWS con guía láser. Estos proyectiles son eficaces para suprimir infantería enemiga o destruir vehículos ligeros. Además, puede portar dos misiles AIM-9 Sidewinder para autodefensa en caso de amenazas aéreas cercanas.
La flexibilidad del A-10 para combinar diferentes tipos de armamento lo convierte en una plataforma ideal para escenarios de combate variados.
El blindaje del A-10 le permite resistir impactos severos en combate
El Thunderbolt II cuenta con más de 545 kg de blindaje de titanio en forma de una “bañera” que protege al piloto. Esta estructura puede resistir impactos directos de proyectiles de hasta 23 mm y permite continuar el vuelo incluso con daños estructurales severos, como la pérdida de parte del ala o un motor completo.
Los dos motores turbofan General Electric TF34 están instalados en góndolas sobre el fuselaje trasero, alejados de la línea de fuego y con acceso sencillo para mantenimiento. Su posición también reduce la firma infrarroja desde tierra.
El avión incorpora bengalas y chaff para contrarrestar misiles guiados por infrarrojo o radar, además de sistemas de guerra electrónica para interferir comunicaciones enemigas. Está preparado para operaciones nocturnas con luces compatibles con gafas de visión nocturna.
El A-10 puede despegar y aterrizar desde pistas improvisadas y continuar operando tras recibir fuego enemigo, lo que le permite brindar apoyo constante a las fuerzas terrestres en escenarios difíciles.
El A-10 ha probado su valor en múltiples guerras

Desde su entrada en servicio en 1976, el A-10 ha participado en conflictos clave como la Guerra del Golfo, Afganistán, Irak y Siria. La versión A-10C, introducida en los años 2000, incluye pantallas digitales, sistemas de puntería avanzados y compatibilidad con armamento guiado, lo que ha extendido su vida operativa.
A pesar de intentos por reemplazarlo con el F-35, su eficacia, bajos costos operativos y preferencia entre las tropas de tierra han mantenido al A-10 en activo. El jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea, Charles Brown, ha confirmado que permanecerá en servicio hasta al menos 2028-2029.
Con más de cuatro décadas de trayectoria, el A-10 sigue siendo la plataforma más confiable para apoyo aéreo cercano. Su combinación de resistencia, potencia de fuego y capacidad de supervivencia lo convierten en un símbolo de eficacia en el campo de batalla.