El A-12 Avenger, desarrollado en los años 80 por la Marina de EE. UU., fue concebido para proporcionar capacidades de ataque profundo desde portaaviones.
Concepto y diseño del A-12 Avenger para capacidades de ataque profundo
Este diseño estaba destinado a reemplazar al A-6E Intruder, con la promesa de mejoras significativas en velocidad, alcance, radar y características furtivas.
El A-12 presentaba una configuración de ala volante similar al B-2 Spirit, permitiéndole penetrar las defensas aéreas enemigas con mayor eficacia. Su diseño incluía bahías internas de armamento y una sección transversal de radar optimizada, aumentando así su capacidad de supervivencia en entornos hostiles.
Las especificaciones técnicas exigían que el avión fuera compacto, ligero y plegable para cumplir con los requisitos operacionales de los portaaviones. Estas demandas impusieron desafíos significativos al equipo de diseño, aumentando el costo del proyecto.
Cancelación del A-12 Avenger debido a costos y recortes presupuestarios
En 1991, el secretario de Defensa Dick Cheney tomó la difícil decisión de cancelar el A-12 Avenger debido a su alto costo y a los recortes presupuestarios posteriores a la Guerra Fría. A pesar de una inversión significativa de $5 mil millones y estimaciones de costos unitarios que alcanzaban los $96 millones por avión, el proyecto fue visto como insostenible.
Cheney consideró que el final de la Guerra Fría y el concepto del “dividendo de paz” justificaban una reducción en el gasto de defensa, y que la cantidad de bombarderos existentes era suficiente. Además, evaluó que los misiles de crucero podrían suplir las capacidades de ataque profundo que el A-12 habría proporcionado.
La decisión fue controvertida y dejó a la Marina de EE. UU. sin un bombardero moderno, recurriendo, en cambio, al F/A-18 Hornet y posteriormente al F-35C. El F-14 Tomcat, aunque un excelente caza/interceptor, carecía de la capacidad de ataque profundo que el A-12 habría ofrecido.
Impacto de la cancelación del A-12 en la estrategia militar
La cancelación del A-12 Avenger tuvo repercusiones estratégicas significativas. Los críticos argumentan que, de haber sido implementado, el A-12 habría mejorado considerablemente las capacidades de la Marina de EE. UU. en conflictos en el Medio Oriente y en la competencia con China.
El A-12 podría haber desempeñado un papel crucial en operaciones sobre Irak y Afganistán, y hoy en día, habría proporcionado una capacidad de desafío aumentada en el Mar del Este y el Mar del Sur de China. La posibilidad de desplegar el A-12 en bases como Okinawa habría permitido una distribución más efectiva de recursos entre la Marina y el Cuerpo de Marines.
La ausencia del A-12 limitó la flexibilidad operativa de las fuerzas armadas estadounidenses, obligándolas a depender más de aviones no especializados y misiles de crucero para misiones de ataque profundo.
Reflexiones finales sobre la decisión de cancelar el A-12 Avenger
Algunos estrategas navales consideran que la cancelación del A-12 Avenger fue un error estratégico significativo. Si bien los costos eran altos, las capacidades furtivas del A-12 habrían proporcionado ventajas operativas sustanciales en múltiples teatros de operaciones.
La Marina de EE. UU. y el Cuerpo de Marines sintieron las repercusiones de esta decisión, especialmente con el aumento de las amenazas globales y la necesidad de capacidades avanzadas de ataque profundo.
En resumen, la cancelación del A-12 Avenger dejó una brecha en las capacidades aéreas de la Marina de EE. UU. que aún se debate hoy en día, destacando la importancia de equilibrar costos con capacidades estratégicas esenciales.