El Intruder A-6, ícono de la aviación bélica estadounidense, voló impertérrito en el manto nocturno de Vietnam, forjando un legado inolvidable.
El Intruder A-6: La Espada y el Escudo del Ala Aérea de Portaaviones
A la sombra de su ilustre hermano, el F-14 Tomcat, se esconde un audaz y tenaz combatiente: el A-6 Intruder de Northrop Grumman. Desarrollado en el crisol de la guerra de Corea, el Intruder se convirtió en la espada y el escudo del ala aérea de los portaaviones de la Marina estadounidense, proporcionando una capacidad de ataque profundo sin precedentes.
Este corcel de acero, equipado con cinco puntos duros y capaz de cargar un botín de nueve toneladas, fue una respuesta efectiva a la necesidad de un bombardero de ataque de largo alcance y bajo vuelo que pululaba en las mentes estrategas de la Marina y el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos.
Con sus tres décadas de servicio, el Intruder se convirtió en un símbolo de la audacia militar, plasmando su valor en la perenne memoria de la guerra de Vietnam. Sin embargo, fue una misión particular la que se convertiría en el himno heroico del Intruder.
El A-6 Intruder y la Danza Mortal en los Cielos de Hanoi
En la selva bélica de Vietnam del Norte, la estación de ferrocarriles de Hanoi sobre el río Rojo se erigía en un bastión invulnerable. Evitando el acoso de los pájaros de guerra, permanecía a salvo hasta que un Intruder A-6 se lanzó en un ataque suicida que quedaría grabado en los anales de la aviación.
La víspera de Halloween de 1967, se le asignó a una pareja de valientes pilotos la tarea de eliminar este enclaustrado bastión. Cuando estaban a dieciocho millas de su objetivo, su PRC-68, un centinela electrónico, indicó la presencia de un radar SAM Fan Song que los acechaba desde el suelo.
Confundidos, pero no intimidados, los pilotos sabían que, si volaban por debajo de los 1.500 pies, el SAM no podría detectarlos. No obstante, cuando quedó claro que el SAM seguía en su pista, se vieron forzados a iniciar un barril de alta G para evadir al proyectil letal.
Un Ataque Nocturno con la Astucia de un Lobo
Los pilotos, Charlie Hunter y el Teniente Lyle Bull, como auténticos lobos del aire, se adentraron en la oscuridad con audacia. La noche se llenó de destellos, los rastros de cinco misiles SAM y las trazas de la AAA llenaron el cielo, convirtiendo la noche en un espectáculo de fuego y muerte.
Hunter, como un felino agazapado, se lanzó en un giro brusco, bajando a 100 pies, acelerando a 450 nudos mientras esquivaba la muerte en un baile de barriles, confiando en la pericia de Bull para mantenerlos a salvo. A esa altitud, los SAM no podían tocarlos. El enemigo estaba en su mira.
El objetivo apareció en el radar. Hunter ascendió a 200 pies y Bull liberó las Snake Eyes cuando el DIANE mostró que estaban en posición. Las 13 bombas cayeron sobre el puente, incapacitándolo. La noche se cernió de nuevo, y el A-6 Intruder volvió a ser una sombra entre las estrellas.
La Hazaña del A-6 Intruder: Una Epopeya en el Cielo
Tras la hazaña, Charlie Hunter y Lyle Bull fueron honrados con la Cruz de la Marina por su contribución en la aniquilación del bastión. Con esta operación, el Intruder demostró su valía, tallando su nombre en los anales de la historia militar, y dejando un legado imborrable en el cielo de Vietnam.