La duplicación de aranceles al acero y aluminio al 50% impacta la producción de F-35 y M1 Abrams, lo que aumenta costos y afecta cadenas de suministro.
Impacto de aranceles en la producción de defensa
El 4 de junio de 2025, los aranceles sobre el acero y el aluminio importados a Estados Unidos aumentaron del 25% al 50%, tras una orden ejecutiva firmada por el presidente Donald Trump. Esta medida, efectiva de inmediato, busca fortalecer la industria nacional de metales, pero ha generado un impacto significativo en los costos de producción de equipos militares clave, como el avión de combate F-35 Lightning II y el tanque M1 Abrams. La excepción del Reino Unido, que mantiene aranceles al 25% debido a un acuerdo comercial preliminar, es la única mitigación parcial en un contexto de alzas generalizadas. El aumento afecta a socios comerciales clave como Canadá y México, principales proveedores de acero y aluminio al mercado estadounidense.
El F-35 Lightning II, fabricado por Lockheed Martin, depende de una cadena de suministro global que incluye componentes de aluminio y acero de alta calidad. En 2023, el programa F-35 ya enfrentaba costos acumulados de más de 428 mil millones de dólares para investigación, desarrollo y producción de 2,500 aeronaves. El aumento de los aranceles eleva el precio de los metales, lo que incrementa los costos de fabricación de fuselajes, alas y otros componentes estructurales. La capacidad de producción de aluminio en EE. UU., que opera al 55% de su capacidad en 2023, plantea riesgos de escasez, lo que podría retrasar los cronogramas de entrega de los F-35, especialmente para las versiones F-35A, F-35B y F-35C.
De manera similar, el M1 Abrams, producido por General Dynamics, utiliza acero de alta resistencia para su blindaje y chasis. En 2023, el precio del acero doméstico alcanzó los 984 dólares por tonelada métrica, y los nuevos aranceles agravan esta presión al encarecer los suministros importados. La modernización del M1A2 SEPv3, un modelo clave para las fuerzas blindadas del ejército estadounidense, enfrenta costos adicionales que podrían superar los 20 millones de dólares por unidad en función de los incrementos en los precios de los materiales. Las cadenas de suministro, ya tensionadas por la pandemia y conflictos globales, ahora enfrentan mayores costos logísticos y riesgos de interrupciones.
Los aranceles afectan a los fabricantes y también a las industrias relacionadas que dependen de metales importados. En 2023, la utilización de la capacidad de la industria del acero en EE. UU. fue del 75.3%, una disminución desde el 80% en 2021, lo que indica que la producción doméstica no satisface completamente la demanda. Esto obliga a empresas como Lockheed Martin y General Dynamics a absorber costos más altos o buscar proveedores alternativos, lo que podría generar retrasos en la producción y entrega de equipos militares.
Datos clave sobre el impacto de los aranceles
- Los aranceles al acero y aluminio importados aumentaron al 50% el 4 de junio de 2025, desde el 25% previo.
- Canadá exporta el 60% de las importaciones de acero de EE. UU., seguida por México con el 10%.
- El F-35 utiliza aproximadamente 15 toneladas de aluminio por aeronave, lo que eleva significativamente los costos por unidad.
- El M1 Abrams requiere 30 toneladas de acero para su blindaje, con costos incrementados por los nuevos aranceles.
- La capacidad de aluminio en EE. UU. cayó al 55% en 2023, frente al 61% en 2019, limitando la producción interna.
Efectos en la industria de defensa estadounidense
La industria de defensa estadounidense, que representa el 3.5% del PIB del país, depende en gran medida de materiales importados para mantener su ventaja tecnológica. El programa F-35, el más costoso de la historia militar con un presupuesto proyectado de 2 billones de dólares durante su ciclo de vida, enfrenta ahora mayores presiones financieras. Los costos de producción por unidad, estimados en 110 millones de dólares para el F-35A, podrían aumentar entre un 5% y un 10% debido a los aranceles, según proyecciones de la industria. Esto podría complicar los contratos con aliados internacionales, como Australia y Noruega, que participan en el programa.
El M1 Abrams, con más de 10,000 unidades producidas desde su introducción en 1980, también enfrenta desafíos. La actualización al M1A2 SEPv3 requiere acero especializado, y el aumento de los aranceles podría retrasar la entrega de 250 tanques planeados para 2026. En 2024, General Dynamics reportó dificultades en la cadena de suministro debido a cuellos de botella en la producción de metales, un problema que los aranceles podrían exacerbar. La excepción del Reino Unido beneficia marginalmente a la cadena de suministro del F-35, ya que BAE Systems aporta componentes clave, pero no compensa el impacto general en otros proveedores.
La medida se enmarca en un esfuerzo más amplio por revitalizar la industria metalúrgica estadounidense. En 2024, U.S. Steel produjo 22 millones de toneladas de acero, pero la demanda militar y civil supera la capacidad doméstica. Los aranceles de 2018, que impusieron un 25% sobre el acero, generaron 1,000 empleos en la industria del acero, pero también resultaron en la pérdida de 75,000 empleos en sectores dependientes de metales importados, como la manufactura de maquinaria. Los nuevos aranceles podrían amplificar este efecto, elevando los costos para los contratistas de defensa y afectando la competitividad global de los equipos militares estadounidenses.
Los mercados reaccionaron al anuncio de los aranceles con alzas inmediatas en los precios del aluminio y el acero. El 4 de junio de 2025, los futuros de aluminio en EE. UU. subieron un 8%, mientras que los precios del acero aumentaron un 6%. Los fabricantes de defensa, que operan con márgenes ajustados, podrían trasladar estos costos a los contratos gubernamentales, aumentando la carga fiscal para el Departamento de Defensa de EE. UU., que en 2024 destinó 816 mil millones de dólares a su presupuesto.
Contexto global y cadenas de suministro
La decisión de aumentar los aranceles se produce en un momento de tensiones comerciales globales. Canadá, que suministra el 60% de las importaciones de acero de EE. UU., y México, con el 10%, enfrentan los mayores impactos. En respuesta, Canadá implementó medidas de represalia sobre 90 mil millones de dólares en bienes estadounidenses, lo que podría complicar aún más las cadenas de suministro transfronterizas. La Unión Europea, también afectada por los aranceles, enfrenta un 50% en acero y aluminio, además de un 25% en automóviles, lo que podría desencadenar contramedidas que afecten a los fabricantes estadounidenses.
El F-35 depende de una cadena de suministro que incluye a 9 países aliados, lo que lo hace vulnerable a interrupciones en el comercio internacional. En 2023, Lockheed Martin reportó retrasos en la entrega de 150 aviones debido a problemas en la cadena de suministro, un problema que los aranceles podrían agravar. El M1 Abrams, aunque menos dependiente de proveedores extranjeros, enfrenta riesgos similares debido a la necesidad de acero especializado, que a menudo se importa de países como Canadá. La excepción del Reino Unido proporciona cierto alivio, pero no compensa la dependencia de otros mercados.
En 2024, la industria del aluminio en EE. UU. enfrentó una caída en la producción, con varias fundiciones cerradas desde 2019. La capacidad de 55% en 2023 limita la habilidad de los fabricantes para depender únicamente de fuentes domésticas, lo que podría forzar a Lockheed Martin y General Dynamics a buscar soluciones costosas, como contratos a largo plazo con proveedores locales a precios elevados. Los aranceles también afectan a productos derivados, como piezas de automóviles y maquinaria, lo que incrementa los costos indirectos para la industria de defensa.
El impacto económico más amplio incluye un aumento proyectado en la inflación, con el Congreso de Presupuesto estimando que los aranceles reducirán el crecimiento económico en un 0.5% para 2026. Los costos de producción más altos podrían limitar la capacidad del Departamento de Defensa para financiar otros programas, como la modernización de la flota aérea o el desarrollo de nuevas tecnologías. UU. en un entorno global competitivo.