Rusia recurre a tácticas de asalto masivo en Ucrania, mientras Kiev enfrenta escasez de munición y bloqueos de ayuda de EE. UU.
En el teatro de operaciones de la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas japonesas implementaron frecuentemente la estrategia de lanzar olas humanas contra las posiciones enemigas, buscando sobrepasar las defensas de los aliados. Estos embates, conocidos como “cargas banzai”, enfrentaron la contundente respuesta de las ametralladoras y morteros aliados.
Avanzando rápidamente hacia el presente, en el conflicto ucraniano, observamos un eco de estas tácticas por parte de las fuerzas rusas. La situación se agrava por la alarmante escasez de munición de Ucrania, exacerbada por el bloqueo de asistencia militar estadounidense por parte de sectores del Congreso simpatizantes con Rusia.
Los denominados “asaltos de carne” se han convertido en una constante en la confrontación de Rusia contra Ucrania, adaptándose a las circunstancias actuales. Frente a la precaria disponibilidad de munición de artillería ucraniana, Rusia apuesta por desgastar la capacidad de respuesta ucraniana mediante el envío de oleadas sucesivas de tropas a bordo de vehículos de combate de infantería.
Tácticas modernizadas en el frente ucraniano
El Centro Ucraniano de Estrategias de Defensa ha destacado la implementación de tácticas reminiscentes de las cargas banzai en los enfrentamientos cerca de Bajmut, en el sector oriental de Ucrania. Detallan cómo un contingente de ataque, de 100 a 200 soldados transportados en entre ocho y doce vehículos de combate de infantería (IFV), avanza velozmente hacia las líneas defensivas ucranianas para lanzar un asalto directo.
La carestía de munición en el lado ucraniano permite que una fracción de estas fuerzas logre penetrar las defensas y entablar combate cuerpo a cuerpo, mientras otro segmento se aproxima rápidamente al campo de batalla.
Esta estrategia facilita una acumulación sostenida de fuerzas, aunque resulta en significativas pérdidas materiales y humanas para Rusia, afectando severamente también a las unidades defensoras ucranianas.
El análisis del CDS subraya que hasta un 60% de los vehículos blindados pueden ser destruidos en una sola incursión, junto con pérdidas considerables de personal. Esto incrementa las bajas entre las tropas ucranianas, un factor crítico dada su situación. Un ejemplo reciente de esta táctica fue la incursión del 70º Regimiento de Fusiles Motorizados ruso en Robotyne, al sur de Ucrania.
Utilizando vehículos BMP-3, las fuerzas rusas penetraron en este enclave devastado, el punto más austral de Ucrania, en la provincia de Zaporizhzhia, y desplegaron infantería que buscó refugio entre las ruinas, manteniendo el fuego en movimiento.
Estrategia rusa en Robotyne: pérdidas frente a defensa ucraniana
Luego del retiro de los BMP-3, la infantería rusa enfrentó a la 65ª Brigada Mecanizada de Ucrania, armada con drones explosivos, lo que condujo a significativas bajas rusas. Al día siguiente, sin ceder ante los contratiempos, Rusia desplegó tres BTR-82 de ruedas hacia Robotyne.
Sin embargo, la eficaz defensa ucraniana, mediante el uso de minas y granadas propulsadas por cohete, logró detener este nuevo asalto, destruyendo al menos uno de los BTR y neutralizando otro.
Esta táctica de asaltos repetidos, aunque costosa para las fuerzas rusas, refleja la intensidad del conflicto y la determinación rusa de avanzar a pesar de las pérdidas significativas.
Según datos del Ministerio de Defensa de Ucrania, las fuerzas rusas sufren la pérdida de aproximadamente 800 soldados diarios, y análisis de fuentes abiertas indican la destrucción o abandono de 19 vehículos blindados rusos en apenas dos días.
Desgaste del material blindado ruso: Tendencia insostenible
En el transcurso de la guerra, Rusia ha visto cómo su arsenal de BMP y BTR, reliquias de la era de la Guerra Fría, se ha ido reduciendo a un ritmo alarmante. Inicialmente, las pérdidas promediaban 80 vehículos al mes, pero recientemente esta cifra se ha incrementado a cientos mensuales. A pesar de las vastas reservas de vehículos blindados de Rusia, este ritmo de desgaste es insostenible a largo plazo.
El Kremlin podría sostener este nivel de compromiso en combate con sus IFV por aproximadamente un año más. Pasado este tiempo, las fuerzas rusas enfrentarán el desafío de adaptarse a nuevas estrategias de combate ante la eventual escasez de vehículos blindados.
En el corto plazo, las modernizadas tácticas banzai, aunque onerosas para Rusia, han logrado ciertos avances. Robotyne ahora se sitúa en una “zona gris” de control disputado, evidenciando tanto la tenacidad rusa como la feroz resistencia ucraniana. Además, informes del CDS sugieren avances rusos cerca de Ivanivske, marcando otro capítulo en este conflicto prolongado y desgastante.