Los blindados occidentales en Ucrania —Challenger 2, Leopard 2 y M-1 Abrams— se han convertido en objetivos prioritarios para las fuerzas armadas rusas, tanto por su importancia estratégica como por el valor propagandístico que representa cada derribo de estos tanques de fabricación occidental.
A pesar de su marcada preeminencia como objetivos, y en medio de una notable escasez de munición de artillería que ha obligado a las unidades ucranianas a entablar combates a corta distancia en lugar de tácticas de largo alcance, el ejército ucraniano ha registrado hasta ahora la pérdida de solo tres de sus 31 tanques M-1 Abrams de origen estadounidense, según los registros disponibles. Además, se ha informado de daños en al menos otro Abrams, aunque los detalles concretos sobre el número de tripulantes —cuatro por tanque— que lograron sobrevivir siguen siendo inciertos.
Actualmente, los misiles guiados antitanque rusos representan la principal amenaza para los M-1 ucranianos, lo que sugiere la necesidad de equipar estos vehículos con sistemas de alerta de misiles. Sin embargo, es crucial recordar que los tanques pueden ser neutralizados por una gran variedad de tácticas y armamento.
Estrategias y pérdidas en el campo de batalla: Un análisis detallado
La 47ª Brigada Mecanizada constituye la única unidad del ejército ucraniano equipada con tanques Abrams. Esta brigada participó en los combates al norte de Avdiivka, epicentro de la ofensiva invernal rusa, iniciando su participación a finales del otoño del año pasado. Los M-1 se integraron en el arsenal de la brigada poco después, sustituyendo a los Leopard 2A6 que habían sobrevivido hasta entonces.
Los tanques Abrams han sido piezas clave en el conflicto, especialmente durante la retirada ucraniana de las ruinas de Avdiivka y el establecimiento de una nueva línea defensiva situada varios kilómetros al oeste. En este nuevo frente, la 47ª Brigada, junto con unidades aliadas, ha logrado frenar el avance ruso.
El primer Abrams fue destruido el 26 de febrero o antes, tras ser alcanzado por un dron ruso equipado con una cámara de visión directa, que impactó en el compartimento de municiones del tanque, provocando un incendio que acabó destruyendo el vehículo. Existe la posibilidad de que la puerta blindada, diseñada para evitar la propagación de las llamas al compartimento de municiones, estuviera abierta en el momento del impacto, aunque confirmar este detalle es complicado.
El segundo Abrams fue neutralizado el 3 de marzo o antes, esta vez por un impacto directo de un misil antitanque guiado por láser modelo Kornet, que penetró por el lado menos protegido del casco del tanque a través del blindaje explosivo reactivo M-19. Los misiles Kornet están equipados con ojivas de carga en tándem, en las que la primera carga perfora el blindaje y la segunda explota en el interior del vehículo.
Un segundo misil alcanzó la torreta, seguido de un ataque de un dron FPV, pero fue el impacto inicial y la posterior explosión interna, lo que resultó fatal para el M-1 de 69 toneladas.
Desafíos para la resistencia de los Abrams y antitanques en Ucrania
La tercera pérdida confirmada de un tanque Abrams, ocurrida una semana después del segundo incidente, se atribuye igualmente al impacto de un misil antitanque, que desencadenó un incendio catastrófico que consumió la munición del cañón principal almacenada en el compartimento. Este suceso indica un fallo de las puertas blindadas y del panel exterior del compartimento de municiones.
Un sistema avanzado de detección láser podría haber sido decisivo para evitar las bajas de los dos Abrams alcanzados por misiles Kornet o análogos. Sin embargo, este sistema no habría evitado la tercera baja. Del mismo modo, es poco probable que dicha tecnología pueda capear las adversidades a las que presumiblemente se enfrentarán los 28 M-1 restantes en un futuro próximo: amenazas de minas, fuego de artillería y, potencialmente, enfrentamientos con otros carros de combate.
El M-1 Abrams se distingue por su robustez y capacidad de resistencia; sin embargo, no presume de una invulnerabilidad superior a la de otros carros de combate en un conflicto que ha visto la destrucción de más de 6.000 unidades rusas y al menos 700 ucranianas.
La realidad de la guerra sugiere que deberíamos prepararnos para presenciar más Abrams en situaciones de destrucción y abandono en el teatro de operaciones ucraniano, evidenciando el feroz desgaste impuesto por la guerra.